Las pérdidas siguen siendo millonarias.
Este año se proyecta tirar, literalmente, algo más de 310.000 toneladas de peras por falta de oferta de calidad. Un dato que duele, más aun en un contexto de país donde una de cada tres personas es pobre.
La cuenta es sencilla. La cosecha teórica para esta especie se estimaba en 680.000 toneladas para todo el Valle de Río Negro y Neuquén, de las cuales sólo se recolectaron 520.000 y se terminaron embalando, una vez ingresadas a los galpones, poco más de 370.000 toneladas. El descarte ni siquiera la industria lo reclama.
Esos 310 millones de kilos representan pérdidas por alrededor de 240 millones de dólares, unos 3.500 trabajadores que quedan fuera del sistema y potenciales compradores en el exterior que dejan de hacerlo porque no existe la fruta de calidad que ellos demandan.
Es llamativo el desinterés de ciertos niveles de la política nacional para intentar cambiar este escenario de crisis.
La presente temporada productiva y comercial para las distintas variedades de peras muestra una clara tendencia. Factores internos y externos proyectan, en poco tiempo más, una nueva tormenta perfecta: crisis sanitaria, comercial y financiera que termina con la ruptura de la cadena de pagos.
Si bien distintos analistas argumentan prioridades dentro de esta recurrente crisis que sufre la actividad, la mayor parte de ellos coinciden en los factores que hoy están afectando al sistema:
• La producción promedio de pera está dentro de los niveles de los últimos años pero con una fuerte caída en la calidad que presenta. Según informes privados, la cosecha real, que ingrese a los galpones de empaque, se proyecta en el orden de las 520.000 toneladas, de las cuales algo más de 140.000 no podrán ser colocadas en el mercado en fresco y pasarán directamente al descarte. “Puede que lleguemos a tener un poco menos de fruta, pero a nivel global ese indicador a la baja no llegará a los dos dígitos”, confió un importante operador del mercado al ser consultado por el tema. Previo a la salida de los sellos, el sector especulaba una significativa merma en la producción, lo que definió que se bajen los estándares llegados al empaque, especulando que un menor volumen podría ser compensado con fruta de baja calidad. Nada más errado. Consecuencia del complejo contexto, en la actualidad se observa que existe un volumen importante de pera almacenada en las cámaras frigoríficas de toda la región del Valle sin saber con claridad qué estándares presenta.
• Los precios de las peras William’s de calidad en la mayor parte de los mercados se mantienen sin grandes cambios, pero este contexto no garantiza estabilidad para los retornos que percibe la actividad regional. Esto se da fundamentalmente por un tema de paridad cambiaria en destino y la ecuación de los costos internos que se presenta en origen. El mercado europeo, por dar un ejemplo cualquiera, mantiene sus cotizaciones en góndola para la fruta argentina pero, respecto del año pasado, el exportador regional recibirá menos dólares por los mismos euros vendidos ya que hubo una sensible apreciación de la moneda norteamericana en estos últimos doce meses. A su vez, en origen, esos dólares que ingresan al Valle por la venta de la fruta en Europa tienen el mismo valor en pesos que el año anterior, pero con una actividad que presenta incremento de costos superiores al 25% respecto del 2016. En definitiva, el empresario regional está percibiendo, específicamente en el análisis del mercado europeo, menos dólares respecto del año anterior, los que a su vez tienen un menor rendimiento dentro del sistema. Algo similar ocurre con el mercado brasileño tras la variación que sufrió el real en este último tiempo que, junto con una caída de la demanda, terminó por hundir en estas semanas los precios, medidos en dólares, de las cajas de peras provenientes del Valle.
• El mercado ruso, como en otras temporadas, merece un párrafo aparte. Es el principal destino de nuestra oferta exportable pero viene generando pérdidas cada vez más pronunciadas. Según datos del sector privado, los primeros envíos con los importadores estaban pactados en 15 dólares FOB (valor en puerto) la caja de pera. Pero las cotizaciones rápidamente comenzaron a bajar para ubicarse por debajo de los 10 dólares. El último barco que salió días atrás de San Antonio, con alrededor de 6.000 pallets de fruta, terminó por precipitar toda esperanza en la recuperación de precios. “Fue mucha la pera que se envío a este mercado y en muy poco tiempo. Las pérdidas son realmente alarmantes si se tiene en cuenta que, por debajo de 13 dólares la caja, la actividad comienza a registrar retornos negativos”, aseguró la fuente. A esto hay que sumarle que es mucha la fruta que ya está embarcada y que todavía no llegó al puerto de San Petersburgo para ser comercializada.
• El mercado interno y Estados Unidos se muestran poco ágiles, en especial el primero de ellos, que refleja también cotizaciones muy bajas para las distintas variedades de peras.
• La falta de financiamiento es otro de los puntos que está afectando fuertemente a la temporada. No son pocas las empresas exportadoras del sector que ya tomaron la decisión de prorrogar los pagos a sus proveedores, postergar sus obligaciones con la AFIP o a la seguridad social, como forma de financiarse transitoriamente para ganar algo de tiempo a la espera de que el escenario mejore. El problema es que no hay expectativas de que existan grandes cambios sobre la tendencia comercial que muestra la actividad para lo que queda del año, siempre hablando del comercio de peras. En muchos casos la cadena de pagos ya está cortada y son varias las firmas que evalúan, en poco tiempo más, ingresar en concursos preventivos para poder salvar sus empresas.
Sin dudas, el dilema no es simple de resolver pero claramente aquellos que tienen responsabilidad política deben actuar en forma inmediata para que el sistema no continúe con su crudo proceso de deterioro.
Segundo semestre,
la esperanza
Ya nadie duda de que las pérdidas en esta temporada volverán a ser millonarias.
Todas las esperanzas para disminuir este desgarro están puestas ahora en la manzana de calidad y la poca pera “limpia” (sanitariamente hablando) que pueda llegar a Brasil y el mercado interno en el segundo semestre del año.
Se espera que la cosecha de manzana termine ubicándose por encima de los niveles del año anterior pero con calidades inferiores.
El principal interrogante que existe para el segundo semestre está dado en la calidad de lo almacenado en las cámaras frigoríficas de la región. Un dato clave, sin dudas.
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