El comienzo fue entre una pared, un techo y tres lonas de camiones que simulaban ser ladrillos. Era una construcción en Regina que para Ferrocarriles Argentinos figuraba como destruida, y realmente lo estaba. Allí estrenaron “El cuento del petróleo”.
El incipiente grupo de teatro que buscaba ser una cooperativa de trabajo artístico necesitaba un lugar luego de errar por galpones prestados. Aquello fue ya hace 30 años.
Ahora el grupo es reconocido a nivel nacional y ha hecho giras por todo el país, América Latina y Europa. Además tiene un sala de teatro, un salón para espectáculos y una confitería. Tiene, además de actores, jóvenes en la producción y técnicos que trabajan a destajo para hacer puestas cada más profesionales.
Y tiene, por sobre todas las cosas, un grupo que busca vivir de su trabajo en la cooperativa, que mira para adelante y que jamás abandonó la utopía de vencer a los molinos de viento.
Pasaron miles de kilómetros de gira, decenas de obras y el hambre de teatro sigue intacto. Con una obra como la “República Análoga”, la Hormiga circular está en la ruta una vez más, mirando hacia adelante.
En el medio hay una historia que sus propios protagonistas, de distintas generaciones, hoy cuentan.
Antes de la Hormiga Circular existió en Regina “Nuestra América”, un grupo de teatro que fue el origen de la futura cooperativa.
Carlos Massolo, uno de los tres integrantes originales que junto a Tatalo Muzzin y Rubén Petricio aún permanecen en el grupo, recuerda que la idea de una cooperativa formal surgió porque veían como los grupos de teatro de la región se formaban, producían un tiempo y luego se disolvían, sin que quedara nada.
También querían que la nueva agrupación no fuera el “grupo de...” Buscaban que la institución estuviera por encima de los referentes.
Para formar una agrupación que se prolongue en el tiempo, los fundadores se plantearon la necesidad de satisfacer tres temas: tener un lugar propio; contar con un vehículo para salir de gira (ya que la ciudad era chica para repetir una obra muchas veces); y generar ingresos para que sus integrantes puedan en parte subsistir de su labor en la cooperativa.
El marco para lograr estos objetivos lo daba “ideológicamente la cooperativa de trabajo”, rememora Massolo.
En agosto de 1987 nació la Hormiga Circular, con un estatuto cooperativo que la distinguió del resto de los grupos de teatro y que la ha hecho perdurar en el tiempo.
Garza Bima es nacido y criado en Regina. En 1993 tenía 17 años y se iba a ir a estudiar arquitectura a La Plata un año más tarde. Pero una amiga lo invitó a una obra de la Hormiga Circular. “Se llamaba Viaje al horizonte”, recuerda ahora.
Aquella función fue un quiebre en su vida. Primero empezó teatro en un taller que dirigía Massolo y luego a participar activamente en el grupo.
Abandonó la idea de irse a estudiar afuera. Estaba fascinado por lo que se hacía desde su ciudad. “Los nosotros” es uno de los grupos juveniles que históricamente cobija La Hormiga y Bima lo integró. “El maruchito”, la obra de Juan Raúl Rithner, fue uno de los proyectos que llevaron adelante. Actualmente “Los nosotros” sigue funcionando, ahora con nuevas caras juveniles como Mariana Calcumil y Tulio Hajos.
Más tarde Garza estudió en el INSA (hoy IUPA). “Carlos Massolo me dijo que iba a empezar a estudiar teatro en Roca y que sería bueno que yo también lo hiciera”, cuenta. Fue así como maestro y alumno empezaron a viajar. Su vida había dado un vuelco de 180 grados, algo que en su familia no terminaban de entender.
Primero fue aprender y luego vinieron las ganas de enseñar. Más tarde llegó la posibilidad de dirigir: “La razón blindada” trascendió fronteras y tenía a Massolo y Claudio Granados, otro integrante de una nueva camada. “Sin duda que una de las virtudes de la Hormiga ha sido incorporar nuevas generaciones”, asegura Bima. “Somos una fabrica de sueños”, resume cuando tiene que esbozar una definición de lo que es hoy la cooperativa.
Paula Quintana es titiritera y en 2004 viajó a la región a presentar una obra con su hermano, invitada por la Hormiga Circular. Traía desde Buenos Aires un saludo para los miembros de la cooperativa enviado por el dramaturgo y director teatral Mauricio Kartun. Era 2004.
A Quintana siempre le encantó viajar y se sorprendió de lo que encontró en Regina, luego de actuar en Capital Federal y el Conurbano bonaerense. En Regina conoció a Tatalo Mussín y comenzaron una relación que por un par de años fue a miles de kilómetros con viajes cada vez más frecuentes a Regina. Dos años después se mudó a Regina y empezó a participar como invitada de las obras del grupo reginense. Fue un intercambio en el que reestrenó algunas de sus obras con miembros de la Hormiga Circular y participó de proyectos del grupo reemplazando. Más tarde se incorporó como asociada a la agrupación.
“La modalidad de trabajo de la hormiga es única en el país”, asegura Paula, que remarca que este marco legal le permite gestionar y sostenerse en el tiempo.
La cooperativa de trabajo artístico tiene un consejo directivo que maneja la institución, pero las decisiones se toman democráticamente en asambleas. Actualmente la componen 20 personas.
La formación de la cooperativa fue trabajosa. Los estatutos estaban hechos para organizaciones económicas, no para una cooperativa de trabajo artístico.
La relación con los gobiernos municipales ha sido tirante en más de una ocasión. “Hubo intendentes que nos quisieron tirar la sala abajo”, recuerda Carlos Massolo.
Publicado en Diario "Río Negro", domingo 16/04/2017.
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