miércoles, 2 de agosto de 2017

Soledad.

Al gobernador lo dejaron solo. La radicación de una usina nuclear en costa marítima rionegrina lo puso en ese lugar. Salvo el vicegobernador Pedro Pesatti, que acompañó al mandatario. Y lo hizo a pesar del costo que tiene en la defensa de los intereses locales, donde no es la primera vez que se toman medidas gubernamentales con impacto negativo a su ciudad natal, como fue el caso de la ley de prescindibilidad.
Del resto, silencio. Legisladores del circuito en particular y del resto en general, ministros y funcionarios dejaron en soledad al mandatario asumiendo todos los costos de un emprendimiento energético nuclear que pareciera que finalmente se ubicará en Sierra Grande.
A diario se conocen comunicados de prensa o gacetillas oficiales con temas intrascendentes, difícil de entender su propósito o a qué estrategia comunicacional responde, pero en este caso que era necesario desde el posicionamiento oficial defender al gobierno. Nadie habló. Hay áreas específicas como Energía, obras públicas y otras que pudieron acompañar con información para aportar el tema y al esclarecimiento del temor instalado en parte de la sociedad. Sólo Medio Ambiente jugó a favor.
Tampoco hubo contundencia en las declaraciones del intendente José Luis Foulkes, a mitad de camino entre la defensa de la planta en el ejido viedmense y la presión de las redes sociales de la capital rionegrina.
Legisladores y funcionarios subestimaron el impacto del proyecto. Quizás con ignorancia y algo de soberbia se pensó que este tema pasaba por alto durante la campaña electoral, que no iba a ser preocupación de parte de la ciudadanía. Error, la planta nuclear movilizó, preocupó y con la ayuda de las redes sociales los vecinos se manifestaron en la Catedral capitalina y en las calles.
Escuchando atentamente el mensaje de ayer de Alberto Weretilneck fue claro. Quizás el mensaje también tenía otra dirección: hablarle a los viedmense que estaban de acuerdo y que –por distintas razones- no se manifestaron y a sus propios legisladores y funcionarios que se quedaron cómodos sentados en sus sillones oficiales.
Weretilneck sólo afrontó la situación y en soledad copó la parada previa a las elecciones del 13 de agosto. Falló el equipo de Juntos y los circuitos de comunicación con el ciudadano.
También faltó conducción política. Los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner hicieron una política de Estado del desarrollo energético nuclear y no hubo -salvo casos como Greenpeace- movilizaciones en contrario ni rechazos tan elocuentes.

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