Hace poco más de un cuarto de siglo, en una casa de la calle San Martín de Cipolletti Julio “Rudy” Salto, Alberto Weretilneck y un puñado de dirigentes políticos, sociales, empresariales, que terminó atomizado en otros espacios o aprovechando los beneficios de la jubilación, crearon un nuevo partido provincial en Río Negro. Esa fuerza, modificada por los años y sobre todo por las circunstancias, cumplió, 24 años después, el sueño de llegar a Viedma con la legitimidad del voto.
Hace una semana, en las PASO, los rionegrinos, que le habían dado casi 200.000 votos al gobernador en el 2015, lo ignoraron, lo castigaron o lo reprendieron con menos de un tercio de esos apoyos. El atenuante de que no era él el candidato pierde fuerza ante la evidencia de que encabezó el último tramo de la campaña casi con la misma intensidad que hace dos años.
La fragilidad del armado de Juntos Somos Río Negro, si es que es tal, podría verificarse si el resultado se repitiera en las elecciones generales de octubre.
La construcción de una fuerza distrital fue pergeñada en 1990 por los dirigentes del Partido Intransigente (aliado con el PJ) que gobernaba Cipolletti, bajo la conducción de Salto.
Con el MP (sin la tercera pe actual) apuraron en 1991 la candidatura de Salto a gobernador y terminaron perdiendo todo, hasta la Municipalidad de Cipolletti, a manos del entonces radical massaccesista Jorge Ocampos.
Pero no siempre, en estas tres décadas de actividad política, Weretilneck levantó las banderas del provincialismo. Junto a Julio Arriaga, ya recuperado Cipolletti, hicieron un éxodo masivo hacia el Frente Grande de Chacho Álvarez y fueron socios de la UCR con De la Rúa y del peronismo con Néstor Kirchner (antes habían sido aliados de Palito Ortega y hasta de Ricardo López Murphy).
Cuando Susana Freydoz asesinó a su marido, el gobernador Carlos Soria, en enero de 2012, Weretilneck entendió, tal vez no tan rápido, que debía liderar, desde el Estado, una fuerza por fuera del PJ que le permitiera negociar con el radicalismo residual y comenzar a construir su propio partido político.
El espejo neuquino
Con Salto siempre miraron con admiración el armado político del MPN, en Neuquén, a un paso de Cipolletti. En cambio, estaban lejos del PPR tal vez por su pasado militar.
El partido que lleva 54 años en el gobierno de Neuquén ganó su primera elección en 1962 y, cuando estuvo en juego el poder provincial, nunca perdió. Tampoco necesitó, hasta 1987, un nuevo liderazgo porque las restricciones reeleccionistas se quebraban con los golpes de Estado.
En ese espejo se miró cuando creó Juntos.
Ahora, Soria
Frente a Weretilneck, que entre elección y elección perdió dos de cada tres votos, se hacen fuertes los hermanos Soria, bajo el sello del PJ, que mejoraron en un 20% el resultado del 2015 del senador en la diáspora Miguel Pichetto.
Una derrota legislativa no es el fin de un partido, pero en este caso podría ser el punto de partida de un nuevo escenario, frente a tres características que presenta Juntos:
• Concentración de poder y de las decisiones en una sola persona.
• Falta de dirigentes con posibilidades de ascender.
• Gran cantidad de integrantes con anclajes en partidos tradicionales, especialmente el PJ.
Claro que Weretilneck cuenta con 580 millones de dólares (cuando coloque los bonos que tiene permitido emitir, si es que Nación da luz verde) para impulsar obras públicas con la mirada clavada en la reforma constitucional y la posibilidad de poder participar de una nueva elección a gobernador.
“Tengo muchos asuntos que atender, mucho por resolver, no estoy pensando en una reforma”, dijo esta semana.
No sería la primera vez que cambia de opinión.
Columna de opinión de Martín Belvis publicada en Diario "Río Negro", domingo 20/08/2017.
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