Vaho de inquietud oficial
por Adrián Pecollo.
Una ola de preocupación llega al oficialismo. ¿De qué habla? Advierte un creciente cerramiento de Weretilneck e internismos.
Las pugnas aumentan y buscan la mejor ponderación del gobernador en el intento de seguir en lo que quedará del poder. Como nunca, el núcleo de decisión reside en el gobernador y el titubeo impregna al gabinete. Cualquier juicio o iniciativa se pierde en la disciplina.
Se desvaneció incluso aquella audacia de la ministra Mónica Silva. ¿La razón? Su última autonomía –el sostenimiento de su segundo, Juan Carlos Uriarte– presenta aún daños colaterales en su trato con el gobernador.
El entumecimiento es la consecuencia. Los flamantes ministros, como Agustín Domingo y Nicolás Land, desentonan por ímpetu de ideas. Pero, una cosa es la osadía de lo nuevo y otra son sus resultados.
“Existía más acción en la época de la transición, incluso cuando los ministros no respondían a Alberto [Weretilneck]. Cada uno, por lo menos, hacía lo suyo. Hoy nadie hace nada, por las dudas. Todos esperan para estar en la sábana [legislativa]”. Tremendo diagnóstico de un hombre del gobierno.
Pedro Pesatti, posiblemente, llegó con parecida desazón cuando recientemente se juntó con el gobernador. El vice está preocupado y habló de cambios de actitudes. El gobernador sólo escuchó y recogió poco. Cada vez el contraste es mayor entre ellos, siempre en el silencio.
Weretilneck es un constructor compulsivo de poder y esquiva compartirlo. Así, no tiene intermediarios. Sí le sirvió para su directa y valiosa conjunción con sus votantes. Pero el resto del gobierno está depreciado. El único miembro efectivo es alguien extragubernamental: Facundo López, actor todo terreno. Permanece, pues nada existe por encima de las órdenes de Weretilneck. Últimamente, al legislador le cayó cierta opacidad por su patrocinio al Consejo de la Mujer, que conduce su sector, con Laura Azanza, y por sus conflictos irresueltos, sumando denuncias penales. Esa porfía –pequeña, tal vez, y claramente politizada– inoportuna a Weretilneck, y López, como nadie, sabe que eso nunca es neutro.
La reacción no llegará desde la gestión, entonces el gobernador volvió a los productos individuales. Al plan Castello anexó la elección de Regina. Cuidó, en cambio, su exposición en Holanda con la firma del importante contrato del Invap para construir un reactor. Midió su aparición por el efecto antinuclear. Su viaje recién trascendió en la mañana del martes cuando estaba en Amsterdam, arribado por el vuelo 702 de KLM (pasaje comprado a la agencia Olano de Cipolletti).
En Regina, Weretilneck se entusiasmó con la candidatura de Marcela Ávila por su nueva y buena imagen. La colocó al frente de la campaña y corrió a los diputados Oscar Díaz y Silvia Morales. El proceso lo lidera el ministro Luis Di Giacomo, acentuando el recelo del secretario general, Nelson Cides, quien lo hace notar. Arribó bien tarde a la reunión de gabinete en Regina, convocada por Di Giacomo, que encabezó Ávila. El cuidado en el viaje a Holanda se extravió en este despliegue estatal por la candidata, que –además– quedó reflejado en las redes sociales por la información oficial.
El Partido Justicialista –con actuación de Martín Soria– se alista detrás de la postulación reginense de Carlos Vazzana, valiéndose de un sondeo que le otorga amplia diferencia. Ese estudio, de Fernando Lanza, ubicó segunda a Ávila, con un alto desconocimiento y lógico crecimiento. El gobernador cree en esa variante y en las conspiraciones justicialistas, a partir del rasgo “peronista” de su candidata.
Soria –también en el registro de Lanza– logra una marcada ventaja en Regina, y Weretilneck tiene intacta su buena imagen, sin rastros del fracaso municipal. Las miradas están en ellos. Aquél marcha, pero el gobernador no está habilitado. El oficialismo ignora el camino. Allí su inquietud cuando, además, el líder no prepara su retirada ni acomoda la fuerza para la orfandad.
Publicado en Diario "Río Negro", domingo 28 de enero de 2018.
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