domingo, 10 de mayo de 2015

El tiempo apremia por Alicia Miller.

La semana comenzó con una revelación tan fuerte como debatida: el electorado de 23 ciudades de Río Negro se expresó en los comicios municipales y lo hizo ratificando algunas gestiones y cambiando otras. El escenario político tembló y tuvo un par de remezones, hasta que se acomodó a la nueva realidad.
La duda por un puñado de votos en Regina alentó el peor de los temores: muchísimas mesas tenían errores aritméticos en las sumas, planillas en blanco o no presentaban la documentación en regla. ¿Cómo pudo suceder? ¿Por intención, por incapacidad o por exceso de confianza pueblerina?
La falta de capacitación de autoridades de mesa y fiscales puede poner en duda todo el edificio electoral si se pierde la confianza en la fidelidad de los resultados de una votación.
La definición en Regina y en Ramos Mexía seguirá pendiente, por ahora.
Más allá de eso, el tiempo apremia.
La carrera por la gobernación en Río Negro fue hasta ahora una maratón cuidando las fuerzas, pero ya comenzó a transformarse en una competencia de velocidad.
Especialmente después de que las elecciones municipales mostraran a los candidatos lo que tienen pero, en forma especial, lo que les falta si lo que desean es ganar la gobernación.
Aun con la lectura fina que requieren los comicios locales -teñidos por la evaluación de la gestión municipal, rencores personales y otras minucias-, los resultados del domingo pasado son un insumo esencial para ver el ánimo del electorado hacia el 14 de junio.
En concreto, los candidatos locales del Frente para la Victoria obtuvieron más del doble de votos que los del radicalismo, los de Juntos o los del Frente Progresista.
Para ver cuánto de esas preferencias se trasladará a los comicios provinciales, es necesario evaluar un sinnúmero de variables. Tan variables que mudan todos los días.
En principio, una regla no escrita de la política indica que las elecciones para cargos ejecutivos -gobernador, presidente, intendente- tienden a polarizarse en un grado mayor que aquellas en que sólo se definen bancas parlamentarias. Y que la polarización crece en la misma medida que la importancia del cargo en disputa.
La dificultad de crecimiento de los partidos no tradicionales tuvo ya como efecto la decisión de los candidatos del Pro -Mario De Rege y Marcela Yappert- de bajar su fórmula. Lo hicieron para no sentar un precedente demasiado pobre para las aspiraciones presidenciales de Mauricio Macri. Ese sector sólo presentará candidatos a legisladores.
Así, el 14 de junio habrá en el cuarto oscuro cuatro boletas para gobernador y vice: la de Miguel Pichetto y Ana Piccinini por el Frente para la Victoria, la de Alberto Weretilneck y Pedro Pesatti por Juntos Somos Río Negro, la de Horacio Massaccesi y Natalia Hermida por la Unión Cívica Radical y la de Magdalena Odarda y Bautista Mendioroz por el Frente Progresista.
Sólo tres de ellas tienen un paraguas nacional. Pero su influencia en cada caso sería relativa.
Pasará algo parecido a lo que sucedió en las municipales: una parte importante de los votos no será decidida por la ideología sino por la búsqueda de una gestión que permita a Río Negro salir de la crisis que, por diversos factores, afecta sus principales actividades productivas y optimizar la prestación de los servicios públicos a cargo de la Provincia.
El facilismo de Alberto Weretilneck para echar mano a los fondos del Estado, único sustento de su campaña electoral, podría cobrarle la factura en las urnas.
Y Pichetto advierte ya que las políticas nacionales para la fruticultura le exigen una posición más resuelta en defensa de la producción regional.
La UCR y el FP comparten, a nivel nacional, un alineamiento que tiende a estructurar una opción única para las elecciones presidenciales. Esto, en principio, indica que se dividirán, en Río Negro, un mismo sector de opinión política.
Juntos ha desertado voluntariamente de toda referencia nacional. Fiel a su estilo sinuoso, el gobernador se muestra ahora proclive a olvidar su alineamiento con Sergio Massa y encaramarse a una supuesta "ola federal" a la que atribuye el triunfo del vecino MPN.
Desde el punto de vista ideológico, el Frente para la Victoria abraza en la provincia a un colectivo tan heterogéneo como su eje central, el peronismo. Así, los K, los no K, los anti-K, junto con massistas, sciolistas y hasta radicales se dan la mano en los actos partidarios.
Ese efecto sumatoria podría beneficiar a Pichetto si gran parte del electorado lo identifica como la opción más posible para generar un cambio de gobierno.
Pasada la instancia electoral municipal, recién ahora se comienza a hablar de proyectos y propuestas para la provincia.
El Frente para la Victoria superó rápidamente las asperezas verbales producidas por declaraciones del principal beneficiado por los resultados electorales del domingo pasado, Martín Soria.
El viernes, Pichetto, Soria, la intendenta barilochense Maru Martini, la senadora Silvina García Larraburu, la legisladora Silvia Horne y otros referentes rionegrinos desayunaron juntos y posaron para una foto en señal de unidad.
En la provincia, Weretilneck mostró, otra vez y en grado extremo, su única carta: el aprovechamiento del Estado. El anuncio de que pasará a planta permanente a 5.055 personas contratadas sin concurso ni examen de idoneidad -incluso aquellas que no han cumplido siquiera un semestre de tareas- fue impúdico y abusivo.
Él mismo admitió que de cada diez pesos que ingresan a las cuentas públicas siete van a pagar salarios. Y que esa ecuación es una trampa para cualquier pretensión de eficiencia. Ahora, borró con el codo lo que escribió con la mano.
Salvo contados casos puntuales, su gobierno no ha logrado mejorar la calidad de los servicios públicos. Aun cuando las promesas de millones en obras aludan a una maravillosa Río Negro, lejana a la real.
Las distintas fuerzas centraron en Bariloche la búsqueda de votos. Es la ciudad de mayor cantidad de electores y un misterio político, debido a que no se expresó en comicios municipales.
Allí la candidata a vicegobernadora del FpV, Ana Piccinini, se adueñó de la calle y logró aceitar el diálogo entre la dirigencia local. Y dirigentes peronistas le reprocharon a Weretilneck todas las promesas que no cumplió desde el comienzo de su mandato.
Por su parte, el gobernador sumó a Gustavo Gennuso y acaba de inaugurar 96 casas de un plan cooperativo de 645 construido con fondos nacionales que debió estar listo hace cuatro años. Y que, en virtud del pago adicional que él mismo autorizó, costó casi cuatro veces más que lo presupuestado. Antes de las elecciones dosificará en dos actos más la entrega de otras 45 y 42 viviendas.
Pero pocos de sus adversarios están libres de señalárselo. Esta semana, la presidenta vendrá a Roca a inaugurar y hacer anuncios con la evidente intención de beneficiar la candidatura de Miguel Pichetto.
Mal de muchos...

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