viernes, 21 de diciembre de 2012

Goye y la provincia, responsables por Italo Pisani.

 
Estaba escrito. "Hay posibilidad de saqueos", dijo el intendente Goye el 15 de este mes, cuando justificó su insólito pedido de víveres a todos los supermercados para repartir a familias carecientes. Repitió la advertencia el 17.
¿Qué hizo Goye, más allá de verter admoniciones y mendigar, para evitar las calamidades de ayer? ¿Qué hicieron los funcionarios de la provincia cuando escucharon sus palabras desde hacía cinco días?
En realidad, Goye contribuyó a potenciar el estallido. Estimuló la creencia de que la gente tiene derecho a recibir dádivas. Se erigió en vocero social y presionó a los empresarios a entregar un millón de pesos en mercadería. El propio intendente se puso a repartir vales a la "Cooperativa 1º de Mayo". Es la que, meses antes, intentó derribar la estatua del general Roca en el Centro Cívico, un acto que contó con la tolerancia de Goye. Les entregó el producto de lo que accedió a darle un solo supermercado. ¿El resto de las agrupaciones sociales reaccionó en represalia al ninguneo?
Goye habló de "rumores". Es difícil que el intendente y sus funcionarios de Desarrollo Humano desconociesen datos concretos. Los grupos al parecer venían organizándose y no es complicado determinar –con información de líderes sociales– quiénes los vertebraban.
Apenas el ministro de Gobierno y el jefe de Policía de Río Negro escucharon las graves advertencias del jefe comunal, debían haber actuado de oficio. Lo mínimo esperable en estos casos es que se contactasen inmediatamente con Goye. Una acción responsable hubiese sido la inteligencia y planificación de seguridad preventiva en las zonas y objetivos sensibles. Y ayer, frente al primer saqueo (en el Changomás había un puñado de vándalos), actuar con determinación. Tal vez esto hubiera evitado la ola de barbarie. La imagen de los policías resistiendo sin recursos primero y dejando hacer después, fue patética.
Por si fuera poco, la provincia tenía evidencias más allá del rumor: diagnósticos de focos de población con mayor riesgo social y certezas sobre las expresiones más beligerantes. Debía ser consciente de la cercanía de los riesgos en períodos prenavideños en la ciudad más poblada de la provincia y con una fractura social harto estudiada. Había alertas suficientes.
Lo más probable es que la comunicación entre municipio y provincia directamente no se haya intentado por miserias políticas. Un hecho de tamaña gravedad requería actitudes de otra altura, de una y otra parte.
Lo que pudo verse nítidamente en los primeros saqueos fue a delincuentes. Se llevaban televisores LCD y alcohol. Pocos acarreaban carritos con comestibles. Lo han hecho frente a policías ausentes o, en el mejor de los casos, provistos de piedras y palos de hockey que alcanzaron a manotear de las góndolas.
Recién al promediar la tarde de ayer se anunciaban refuerzos policiales más pertrechados y una dotación de gendarmes. Era tarde. Los saqueadores habían crecido y extendido anárquicamente su radio de acción, con riesgo de contagio fuera de las fronteras locales.
 

Publicado en el Diario "Río Negro" (edición Nro. 23121), viernes 21 de diciembre de 2012, página  6.

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