domingo, 9 de febrero de 2020

Jorge Barrera, obrero de la fruta y peón de su tierra, uno de los que hizo Valle Azul.

Jorge Barrera, obrero de la fruta y peón de su tierra, uno de los que hizo Valle Azul.

Trabajó desde los 14 años en las chacras, plantando y cosechando frutas. Es un músico innato y esta noche será uno de los homenajeados en la Fiesta Nacional de la Manzana 2020. Nació en Valle Azul, a 30 kilómetros de Regina, y fue testigo de la fundación del pueblo.

Obrero, sencillo, hijo de “paisanos” del valle inferior de Río Negro. Valleazulcense de pies a cabeza. Nacido y criado en este pueblo rural de 1.000 habitantes al sur del río Negro, conoce los canales secundarios son como las líneas de sus manos. Las plantas son como sus hijas, porque varios de los frutales que allí se emplazan los plantó él en su juventud.
Jorge Barrera fue uno de los constructores del Alto Valle frutícola. Desde los 14 años trabaja de sol a sol como peón rural. Sus manos y su cuerpo curtido de tanto soportar la intemperie, no ocultan que hoy, a sus 59 años, dejó la vida entre las chacras. Por eso, será uno de los diez homenajeados del circuito productivo esta noche en la Fiesta Nacional de la Manzana 2020.
Regó, cuidó, podó y cosechó miles de manzanos, perales, cerezos, duraznos; todo el año durante 45 años, entre las 4500 hectáreas de Valle Azul. Fue testigo en cada temporada del nacimiento de la flor y el milagro del fruto.
Cosechó toneladas de frutas para cuatro grandes establecimientos para los que trabajó: María Luisa, uno de los primeros y más grandes establecimientos frutícolas de la zona; Hucal Gandara, luego adquirida por Expofrut; Celestino Hermanos y Costa Sur, donde se jubiló hace dos años.
A los 14 años comenzó a trabajar en ganadería junto a su padre cuidando animales y con las plantaciones de tomates, que era el principal cultivo. Luego pasó a la fruticultura, principalmente manzana.
Podar, ralear, cosechar, postear y contrapostear cuadros, alambrar espalderas, regar, eran solo algunas de las tareas que desarrollaba en la chacra, con almanaque sin feriado. Ni siquiera el recuerda todo lo que aprendió a hacer desde chico, en ese pueblo donde trabajar en la chacra era lo único para hacer.
Durante su infancia, fue a la Escuela 143 “Ángel Vicente Peñaloza” que apadrinó el expresidente Carlos Menem cuando era gobernador de La Rioja. “Yo llegué hasta 4° grado, después ya no fui más. Terminé la escuela primaria a los 36 años en una nocturna, mientras trabajaba”, contó.
“Para nosotros es duro, porque como no estudiamos no hubo otro cosa que hacer, no quedaba otra”, dijo con nostalgia y aseguró que trabajar en la chacra “fue lo que se pudo”, si bien aprendió a querer el oficio. Para él y su esposa Marta, con quien están casados hace 34 años, es un orgullo que sus tres hijos; de 32, 30 y 24 años, hayan podido estudiar.
El compañerismo para él, es palabra mayor. El trabajo rural no es lo mismo solo que en grupo. “Posteabamos de a tres, en la cosecha había más personal, la poda la hacíamos en cuadrillas de 10 compañeros”, comentó. Y el invierno es duro, porque es sinónimo de soledad.
Pero su pasión es la música. Jorge no es Jorge, sin su acordeón a piano. Con él recorre todo el valle y la línea sur, llevando su talento innato y oído heredado, adonde sea que vaya. Toca chamamé, rancheras, paso doble y cumbia. La música, al igual que la fruticultura, las aprendió "de oído", de ver y escuchar. “No fui a estudiar a ningún lado”, dijo orgulloso.
En 2017 se jubiló con honores. Sus compañeros, algunas empresas y el gremio Uatre le hicieron un reconocimiento a la labor desempeñada y a aquel adolescente que se convirtió en un hombre en medio de las chacras, y que fue testigo de los vaivenes de la fruticultura.
“Llega un momento en que la chacra te cansa, tenés que estar en el calor, la lluvia, bajo la patronal. El viento y el granizo que te agarra en el campo. Si a los chacareros les iba mal, nosotros estábamos complicados” Jorge Barrera, trabajador rural de Valle Azul.
Hoy el homenaje en la Fiesta de la Manzana es para Jorge el cierre de una etapa única en su vida. “Me sorprendió. Para mi es un orgullo, ni lo esperaba. Es algo importante. Por todos los años que he estado en este pueblo”, confesó.

Testigo del nacimiento de un pueblo.



Cuando Jorge nació, el 25 de noviembre de 1960, Valle Azul aun no existía como localidad autónoma, se denominaba Estancia La China. El pueblo se fundó en 1971, cuando el tenía once años. Está ubicado a 31 kilómetros de Villa Regina y 17 de Chichinales, en el departamento de El Cuy.
Él nació en la década en la que una oleada de familias francesas argelinas llegó al lugar para trabajar la tierra y dotaron de fertilidad y verde, a lo que sería años más tarde una localidad productora de frutas y hortalizas por excelencia.
El valle se ve azul desde las bardas y así parece que nació el nombre del pueblo. En 2016 tenía 4.500 hectáreas en producción y 1.200 habitantes, aunque en temporada de cosecha la población se duplica ya que sólo el complejo frutícola llegó a emplear a más 600 personas.
Unida con el resto del Valle por un puente de hormigón de 240 metros de largo, este es el lugar donde se inició el sistema de riego por canales, antes que en el Alto Valle. Se lo utilizó para las plantaciones de tomate, pasturas y granos.
Natalio Botana, el periodista de diario “Crítica” construyó un lujoso chalet que utilizaba para su descanso y reuniones con políticos y militares; y fue uno de los primeros dueños de establecimientos y bodegas en lo que hoy es Valle Azul.
Publicado en Diario "Río Negro", domingo 9 de febrero de 2020. Imágenes son del Diario "Río Negro".

No hay comentarios:

Publicar un comentario