miércoles, 3 de octubre de 2018

Fruticultura: es clave volver a ganar competitividad.

Un dólar en torno a los 40 pesos ayuda al sector, estimulando la exportación. Sin embargo, el Valle debe mejorar otras variables clave para poder crecer en el mercado internacional. Cómo se comporta el resto de los países del hemisferio sur.


La fruticultura regional ha sufrido sensibles cambios en estos últimos años. Desde los 80 muchas fueron las hectáreas que terminaron saliendo del sistema tanto en el Alto Valle como en el Valle Medio y eso repercutió en los niveles de producción, la demanda de mano de obra y el ingreso de divisas a la región.

Los distintos programas económicos aplicados en el país contribuyeron en esta debacle. Y el ajuste sobre el sector lo terminó haciendo el mercado. Pero mientras en nuestra región todos los indicadores productivos se desplomaron en estos últimos diez años, los países competidores mantienen creciente su volumen de producción y su calidad.

La foto actual muestra que la fruticultura del Valle se achicó en forma brutal. Gran parte de los pequeños productores desaparecieron y sólo quedaron aquellos que tienen cierto grado de integración con la parte comercial y mantienen una escala adecuada para lograr un precario equilibrio entre volumen, gastos e inversiones.

Sin lugar a duda, la reciente devaluación de la moneda local ayudó a ganar competitividad en todo el sistema. Lograr una mejora cambiaria superior al 100% en sólo nueve meses generará un impacto positivo sobre el comercio frutícola, teniendo en cuenta que será menor el porcentaje que se trasladará a los costos.

Entonces, con este nuevo escenario ¿por qué no sale a flote la actividad? El sistema no encontró todavía su piso en esta crisis. Varias serán las empresas que estarán beneficiadas con ese nuevo escenario de un dólar alto, generando retornos extraordinarios. También algunos productores aprovecharán este momento logrando seguramente buenos resultados. Pero la mayor parte del sistema no está en condiciones de volver a ser rentable, inclusive con este dólar en 40 pesos. Los problemas estructurales del Valle van mucho más allá del nivel de la paridad cambiaria.

Estudios elaborados por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) reflejan estadísticas que son contundentes. En 2008 el área cosechada de manzanas en el Valle alcanzaba las 26.500 hectáreas con una producción comercial de 940.000 toneladas. Diez años después, la superficie cosechada llegó a las 14.000 hectáreas con una oferta de 540.000 toneladas de manzanas. Como dato positivo, la productividad en ese período creció de 35 a 39 toneladas por hectárea.

Pero esta mejora no termina de ser competitiva cuando se la compara con otros países productores de manzana. Tenemos casos como el de Nueva Zelanda que logran una productividad que alcanza las 60 toneladas por hectárea, más del 50% de la que presenta nuestra región. Los retornos por hectárea de manzana en este pequeño país superan los 16.400 dólares promedio contra poco más de 6.600 dólares en el Valle.

Si nos compramos con Chile, los números muestran también la falta de competitividad. En los gráficos adjuntos se observa claramente cómo está posicionado el sistema frutícola (manzana) respecto del resto de otras naciones productoras. Otro dato a tener en cuenta: tan sólo el 16% de la producción de manzana argentina se orienta la exportación que es donde se obtienen los mejores precios del mercado.

Argentina: sólo 14.000 hectáreas se cosecharon durante 2017.
La fruticultura del Valle de Río Negro y Neuquén sufrió un severo ajuste en estos últimos años. Los estudios del USDA reflejan que desde la temporada 2008 se dejaron de cosechar 12.500 hectáreas de manzanas. Una parte importante de esa superficie perdida corresponde a pequeños y medianos productores que abandonaron sus explotaciones. Sin ir muy lejos, sobre los lados de la Ruta 22 se observan cientos de hectáreas de frutales abandonados que hoy se computan como plantadas, pero ya dejaron de ser cosechadas para ser colocadas en el circuito comercial. Los niveles de productividad aumentaron en este último tiempo al pasar de las 35 toneladas de manzana por hectárea en el 2008 a un promedio de 39 toneladas en la pasada temporada. El problema que se observa en la matriz comercial de la oferta del Valle es la baja proporción que tiene la exportación sobre el volumen total comercializado. Tan sólo el 17% se destina a los mercados externos, que es donde se obtienen los mejores precios y el 35% se orienta al descarte que es donde menores precios se pueden conseguir dentro del modelo comercial del sistema. Tomando esta referencia un buen productor en el Valle hoy estaría obteniendo retornos por 6.679 dólares por hectárea. Pese al ajuste, todavía se está lejos de lo que obtienen los países líderes del hemisferio sur.
Sudáfrica: sólo el 16% se destina a la industria.
Con alrededor de 21.000 hectáreas de manzana para cosechar y un volumen comercial promedio en torno a las 850.000 toneladas, Sudáfrica es otro de los países que tiene como particularidad orientar una parte muy importante de fruta hacia la exportación. Las estadísticas del USDA reflejan que cerca del 60% de lo producido tiene este destino final. Esta es una de las principales fortalezas que muestran las empresas privadas de esa Nación ya que tiene una productividad media de 40 toneladas por hectárea, relativamente baja en relación con los grandes competidores que hoy se ubican en el mercado. Otro dato que 
resalta de las estadísticas es el bajo nivel de manzana que envía al sector industrial. Durante la temporada pasada, sólo el 16% de la cosecha tuvo este destino.
Nueva Zelanda: con retornos medio por hectárea de 16.426 dólares.
Este es un país al que hay que imitar. Tiene dos tercios de la superficie cosechada de manzanas del Valle, pero supera en volumen su oferta comercial. La productividad está entre las mayores con un promedio de 60 toneladas por hectárea contra 39 toneladas de nuestra región. El otro dato clave es que cerca del 70% de su cosecha se orienta hacia el mercado externo, lo que hace que un productor obtenga retornos medios por 16.426 dólares por hectárea, valor que casi triplica a aquel promedio logrado por un buen chacarero del Valle de Río Negro y Neuquén. En este punto es importante decir que el país es uno de lo que más oferta tiene de nuevas variedades, fruta que cotiza muy por encima de la media consignada en este estudio. Es decir que los valores que se muestran aquí, para este caso especial, están subestimados.
Chile: muy fuerte por su alta participación exportable.
El país trasandino es otro de los grandes ejemplos que la región debería estudiar. El USDA ubica la productividad en manzana en las 41 toneladas por hectárea. Sin embargo, estudios privados dan cuenta que ella se acerca más a los niveles que presenta Nueva Zelanda. Pese a esta distorsión, los retornos que tiene esta especie en el vecino país se ubican, en promedio, por encima de los 10.000 dólares por hectárea. Su gran potencial se da en a fuerza que genera la exportación y los destinos de alto poder adquisitivo a los que llega. Para su mercado interno maneja un volumen en torno a las 260.000 toneladas, similar al que se consigna para Argentina. Es decir que su consumo per cápita de manzanas más que duplica al nuestro, lo que muestra el desarrollo que ha tenido el mercado local trasandino en este último tiempo.
Brasil: su matriz productiva está orientada al mercado interno.
El gigante sudamericano orienta la mayor parte de la oferta productiva a satisfacer su demanda interna. Fue un programa de política pública que nació en la década del 80 y el objetivo era suplir las importaciones con producción propia de alto valor agregado. Un logro que han conseguido con creces ya que el dominio de la manzana brasileña en las góndolas es hoy más que elocuente. Hace décadas empresarios del Valle de Río Negro y Neuquén emitían una sarcástica sonrisa cuando se le decía que Brasil estaba estudiando producir manzana en su territorio. Hoy su cosecha duplica a la nuestra. Una muestra más de cómo el Estado debe trabajar en las economías regionales. También allí hay mucho por copiar, ya que en nuestro país el Estado, en los últimos años, sólo entorpeció el desarrollo del sector privado.
Modelo de estudio.
El presente estudio intenta mostrar los desequilibrios que presenta nuestro sistema respecto de las naciones que compiten con la manzana argentina en los mercados del exterior. La matriz es lineal y toma tan sólo dos variables: productividad (kilos/ hectárea) y destino (%) de las ventas comerciales (exportación, mercado interno e industria). Sobre estos últimos se tomó los retornos promedios internacionales para el productor de los últimos cinco años. En el caso de la exportación, 0,38 dólares por kilo, mercado local 0,20 dólares y para la industria 0,08 dólares por kilo. Hay que dejar en claro que este esquema analiza evolución promedio del sistema, sin tomar particularidades. La fuente fue el USDA.

- Publicado en Diario "Río Negro", 3 de octubre de 2018.

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