Nuevos tiempos y giros políticos
por ADRIÁN PECOLLO.
Otro contexto político asomó esta semana. La victoria entusiasmó al FpV y Martín Soria logró un repentino orden en el peronismo. Vale repasar sus aciertos estratégicos, como la neutralización local de la fuerza de Sergio Massa, la congregación de agrupaciones, el desgaste a Weretilneck al ligarlo más a Nación y su apartamiento de la campaña, esquivando la provincialización de la pulseada.
Serena e incluyente fue su reacción. Real o no, esa imagen animó más al PJ y, además, escarbó en Juntos. Posiblemente, Soria persista en esa diplomacia. Valora lo alcanzado, y acerca encuestas que lo ubican –para más del 60% de los consultados– como único opositor en Río Negro. Ya está visto así. Queda seguir construyendo, explica. Nada sencillo. La actual unidad triunfante se complicará con el quiebre nacional. Miguel Pichetto encabeza el ala peronista y remendó vínculos con Soria. ¿Y los movimientos kirchneristas, que sumaron al triunfo, licuarán ideales en favor del plan roquense? Está por verse.
Sergio Wisky, constructor de Cambiemos, fue otro gran ganador y, con ansias, afloró para el 2019. Envalentonados, macristas y radicales exageraron, tal vez, en su rechazo a Weretilneck, cuando serán socios, más temprano que tarde. El mandatario requiere abrigo nacional, pero la alianza macrista necesitará que en el 2019 la gobernación se vote junto con la presidencial (si quiere su arrastre), y fijar la fecha provincial es potestad del mandatario, que está molesto por el desdén del macrismo local. Su réplica fue ignorarlo y, por eso, el llamado de felicitación fue al viceministro del Interior, Sebastián García de Luca. Allí radica su infalible enlace con Nación, y el rionegrino continuará con ofrendas para la regeneración de vínculos con el presidente Macri. ¿Habrá algo intermedio con inclusión amarilla al mando provincial? Es posible en el 2018. Por ahora esa intención se aloja en parte de Cambiemos.
Antes, Juntos sufrirá un derrame. Ya no importa cuántas fueron las percepciones, encuestadores o estrategias erradas. La sangría está latente. Lo peor. No hay ánimo, tampoco convicciones para su reorganización.
Turbado, Weretilneck –histórico armador– profundizó su reclusión con sus incondicionales y acentuó la distancia con los peronistas, con quienes no habló esta semana de catarsis y angustia. Tampoco lo hizo con su vicegobernador Pedro Pesatti.
Existe una seria crisis en el oficialismo y ya no se disimula. La recorrida del mandatario en la Línea Sur fue inusual. No estaba la legisladora Sandra Recalt, ni su marido y director de Comisiones de Fomento, Yamil Mohana. Ambos aportaron al triunfo de Soria.
El mutismo altera cualquier desazón. Un grupo de legisladores oficialistas (Recalt, Ricardo Arroyo, Tania Lastra, Oscar Díaz, entre otros) aguardó en Viedma que apareciera algún ámbito de análisis. No llegó. Los jaleos volverán esta semana por un encuentro de repaso de presente y futuro. Parte del peronismo cree advertir que se los confina para forzar su salida del oficialismo.
El gobernador arma y desarma planes. No son aquellos que declaró últimamente. Su re-reelección hoy es una alucinación, pero él no enterró su ilusión. Lo explica que Facundo López pidió a la dirigencia de Cambiemos por garantías que en ese espacio, juntos, resuelvan el candidato en primarias, que aún no se aplicaron en Río Negro. Otra prueba: Weretilneck retomó –el último sábado– un viejo pedido realizado a Miguel Pichetto y destinado a conseguir su apoyo para la reforma constitucional. “Hay que esperar la elección de octubre”, le contestó en mayo. El senador volvió a cerrar esa opción. Al otro día el resultado electoral convalidó su reparo.
El círculo gubernamental hurga ideas para su permanencia. Un plan repetido está en una consulta vinculante por un cambio constitucional general. Pretenden retomar la iniciativa perdida. Bien lo buscan, pues el eje dual y desconcertante del poder se propaga para otros lugares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario