Cuando nueve meses antes de que estallara la crisis de 2001, José Luis Pizzi decidió irse a Madrid porque, entre otras cosas, ya había perdido las ganas de ejercer como abogado, jamás imaginó que el destino le abriría las puertas a un universo hasta ese momento desconocido como es el de la literatura. Pero antes de dedicarse a escribir novelas y cuentos y publicar libros, este hombre nacido en 1959 en Ingeniero Huergo, localidad ubicada en el Alto Valle de Río Negro, transitó infinidad de mundos que sin duda se convirtieron en material para su posterior destacada producción literaria.
Cuando terminó la secundaria en Huergo se fue a La Plata a estudiar Arquitectura, carrera que abandonó. Luego se trasladó a Buenos Aires para comenzar Derecho y una vez recibido empezó a trabajar como abogado.
Afirma que tuvo sus 15 minutos de fama, como supo predecir el rey del arte-pop Andy Warhol, cuando realizó y ganó en 1992 el primer juicio contra una empresa estatal, ELMA (Empresa Líneas Marítimas Argentinas) por el despido de un trabajador por ser portador de VIH.
Pizzi patrocinaba como abogado a la Asociación Gays por los Derechos Civiles, que luego se fusionó con la CHA (Comunidad Homosexual Argentina). “Me enteré por una periodista amiga que estaba investigando sobre la historia del movimiento homosexual en Argentina que la asociación estaba buscando un abogado. Me contacté con ellos y empecé a trabajar con Carlos Jauregui y César Cigliutti que habían militado en la CHA pero luego se alejaron y fundaron la Asociación Gays por los Derechos Civiles”, cuenta.
“Fue el primer caso que me tocó como abogado de esta asociación y fue muy mediatizado en esa época porque era el primero en que hubo un acto discriminatorio por HIV. Fue un caso emblemático que me marcó para no laburar en otros que no fueran con el tema discriminatorio”, expresa. Y agrega que “fui catalogado como el abogado de los putos”.
Un año después, en febrero de 1993, como abogado de la asociación presentó una querella contra el cardenal Antonio Quarracino, por ese entonces arzobispo de Buenos Aires, quien había declarado que quien “se transforma en gay se corrompe o se pervierte”. Las declaraciones de Quarracino, quien también llegó a proponer que los gays y las lesbianas deberían irse a vivir a una isla, eran consideradas una violación a la Ley Antidiscriminatoria. “El tema estuvo en el candelero por mucho tiempo, incluso fui invitado al programa de televisión de Mariano Grondona, pero no prosperó”. Además, como coordinador del área legal de Gays y Lesbianas por los Derechos Civiles, elaboró diversos proyectos como la modificación de la Ley de Discriminación como el de Unión Civil para parejas del mismo sexo.
Mientras tanto la literatura aparecía de a ratos, escribía algunos esbozos de relatos en bares y asistía a actividades literarias.
Como abogado patrocinó a la Asociación Gays por los Derechos Civiles que en 1992 hizo el primer juicio, y lo ganó, contra una empresa estatal por el despido de un trabajador por ser portador de VIH.
Cuando en 2001 dejó Argentina y arribó a Madrid consiguió un trabajo como fotógrafo sin haber agarrado antes una cámara. “Cuando decidí irme a vivir a Madrid vivía en el Tigre en una isla y cada vez me costaba trabajar como abogado. Fue como una salida digna irme a Madrid”, afirmó. Durante su estancia madrileña se fue alejando de su profesión jurídica “a medida que la supervivencia inventaba nuevas aristas”. Trabajó como fotógrafo en Madrid para una publicación que era una especie de guía del ocio, “sin haber sacado fotos en mi vida”, contó. Con el tiempo fue sumando trabajos en distintos rubros, “trabajé en una inmobiliaria, vendía cursos de inglés puerta a puerta, hice todo tipo de trabajos de inmigrante y viviendo siempre en casas compartidas”.
“Mi ciudad natal está presente en las historias y personajes de mis libros", afirmó Pizzi. |
“Cuando me fui a Madrid siempre buscaba homologar el título de abogado pensando que esa era mi suerte, mi destino y de hecho trabajé como abogado en el último año en Madrid”, agregó.
“Sobrevivir con tantas actividades no me desveló la pasión de escribir”, comentó Pizzi que cuando llegó a Madrid y luego en Berlín trabajó como fotógrafo, en una inmobiliaria, vendiendo cursos de inglés a domicilio y en una parrilla donde en el poco tiempo libre que tenía comenzó a escribir relatos.
En 2008 llegó a Berlín sin conocer el idioma alemán pero fascinado porque era una ciudad con mucha vida artística. “Cuando llegué a Berlín me encontré con una ciudad en la que viven muchos artistas, escritores, pintores”, comentó. Se sentía a gusto en esa ciudad donde todo el tiempo se respiraba arte pero no pertenecía todavía a ese universo ya que la necesidad de sobrevivir lo llevó a trabajar en una parrilla. Y fue en ese tiempo, cuando el trabajo le permitía un breve espacio o un tiempo de descanso en que empezó a desarrollar la escritura en forma sistemática. “Empecé tarde, no a escribir, pero sí a hacerlo de una forma menos caótica y publicar, de manera autoeditada y sin rigor ni mucho menos como profesional de la literatura”, explicó. Y agregó que su vida como abogado y superviviente de tantas actividades “no me desveló la pasión de escribir”.
Esa pasión la volcó en su primer libro “Son todos canas, son todos putos” que publicó en 2010 lo definió como un divertimento literario en forma de novela. “Recién llegaba desde Madrid, estudiaba alemán y trabajaba de parrillero, en los ratos libres o en el tren se me ocurrió contar una historia sobre una casa compartida que habitábamos los personajes de esa novela. Los nombres son de amigos y amigas”, describió. Al año siguiente editó “Menopausia: una vida sin reglas” y en 2014, otra novela llamada "Leidis. Ij jabe junga". Dos años después escribió "Había una vez en Mirow", un cuento infantil bilingüe (castellano alemán) con dibujos de sus hijas Lucía y Sophia. “Aprovechando unas minivacaciones en Mirow, un pueblo alemán rodeado de lagos, nos contamos una historia que pasaba en la casa donde estábamos”, contó.
Confiesa que su ciudad natal está presente en las historias, lugares y personajes que pueblan sus libros. Y toma como ejemplo "El Bandú", el título de uno de los libros que presentará el sábado 5 de agosto a las 18.30 en el Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén junto a la escritora neuquina Carla Rojkind autora de “Mamá quería que yo fuese Miss Universo”. La presentación se realizará en el marco del ciclo Estación Literaria que organiza la subsecretaría de Cultura de la Municipalidad de Neuquén.
El Bandú es el título de uno de los libros de Pizzi donde aparecen personajes, situaciones e historias tomadas de sus vivencias en Ingeniero Huergo. |
El Bandú se refiere a un personaje de su pueblo Ingeniero Huergo y refleja a dos amigos con destinos distintos pero que los une sus orígenes y la amistad. “El Bandú es el nombre de mi mejor amigo de Ingeniero Huergo que ahora vive en Sarandí, provincia de Buenos Aires, abogado también y soy el padrino de uno de sus hijos. Siempre quise escribir algo sobre él y de alguna manera es un homenaje que le hago en vida”, relató.
El otro libro que presentará en Neuquén será "El abogado" que es una reescritura del libro Leidis. Ij jabe junga "en la que modifiqué personajes, el desarrollo y final de esa novela que cuando la publiqué me arrepentí y aproveché ahora para cambiarla”.
La presentación en Neuquén la vive con expectativa porque se generó de una manera casual cuando la escritora Carla Rojkind visitó Berlín. “Cuando Carla estuvo en Berlín le comentaron que había un hombre de Ingeniero Huergo que hacía unos encuentros literarios en una librería, así que fue a uno de esos encuentros y nos conocimos e intercambiamos libros. Me dijo que cuando estuviera en Argentina fuera a Neuquén para organizar alguna presentación. Así que organicé este viaje para ver a mi mamá que ahora vive en Villa Regina y me puse en contacto con ella y estaremos juntos presentando nuestros libros”, comentó.
Pizzi organiza todos los lunes los encuentros literarios de "Salón Berlinés" donde se difunde la literatura de escritores hispanos. |
Un salón en Berlin para difundir la literatura hispana.
Además de escritor, José Luis Pizzi desarrolla una intensa tarea como gestor cultural y difusor de la literatura a través de encuentros literarios que lleva adelante en una librería de Berlín.
“Salón Berlinés” se llama este ciclo de encuentros literarios que Pizzi organiza en una galería de arte del barrio de Kreuzberg desde mediados de 2021. Pero estos eventos literarios tienen su origen en 2015 cuando comenzó en La Escalera, una librería de venta de libros usados. “Estos encuentros me permitieron ser bastante conocido en el ambiente literario”, comentó el oriundo del Alto Valle de Río Negro.
En Salón Berlinés, Pizzi convoca a escritores que escriben en español que visitan Berlín o viven en esta ciudad. La actividad se desarrolla una vez por semana los días lunes por la tarde y convoca a una gran cantidad de personas que desean conocer la literatura hispanoamericana. Pizzi realiza el ciclo junto a la poeta Ingeborg Robles.
Por este ciclo pasaron destacados escritores argentinos, algunos de ellos viven en Berlín, como Alan Pauls, Samanta Schweblin, Eduardo Halfon, Esther Andradi, entre otros.
Además Pizzi conduce un espacio radial llamado también Salón Berlinés a través del cual entrevista a escritores y difunde sus obras.
“Salón Berlinés es un espacio que tiene por objetivo fomentar y visibilizar autores hispanohablantes de ambos lados del Atlántico. Decidí llamarlo así porque Berlín fue a comienzos del siglo XX un propulsor de la cultura de salón y punto de encuentro y de debate”, explicó.
* PUBLICADO EN LA MAÑANA DE NEUQUÉN.
https://www.lmneuquen.com/neuquen/desde-el-alto-valle-berlin-miles-historias-contar-n1044362
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