Un sector que crece en calidad y
objetivos compartidos.
En
las provincias de Río Negro y Neuquén existen aproximadamente cincuenta
elaboradores de vino casero y artesanal inscriptos en el Instituto Nacional de
Vitivinicultura (INV). La mayoría pertenece a la categoría “casero”, a través de
la cual producen hasta cuatro mil litros al año (equivalente a cinco mil
seiscientas botellas), mientras que los demás integran la categoría “artesanal”,
con un máximo de 12 mil litros (equivalente a 15 mil botellas). Alrededor del 90
por ciento de los productores cuenta con viñedos propios de los cuales extraen
la uva para sus vinos. El estilo más elegido es el tinto seco, seguido por el
tinto dulce, los blancos y los rosados.
El pasado fin de semana, dichos elaboradores sumados a
productores y estudiantes de enología interesados en iniciarse en la actividad
se reunieron en Villa Regina (Río Negro) en el II Encuentro Norpatagónico de
Elaboradores de Vino Casero y Artesanal. Durante dos días se capacitaron en
aspectos técnicos dictados por el enólogo y docente Horacio Bibiloni y la Dra
Adriana Caballero (Universidad Nacional del Comahue), y compartieron sus
experiencias en espacios de intercambio y camaradería. En el evento también
recibieron la devolución de los análisis físico químicos y sensoriales de sus
vinos, actividad que se realiza a sobre cerrado y donde un panel de expertos
consigna las características de los vinos evaluados y los aspectos a mejorar.
En
esta entrevista, Carlos Murray (Valle Medio), Jorge Sgrablich (General Roca),
José Esteban Pérez (Villa Regina), Valeria Moschini (Ingeniero Huergo) y Nicolás
Ginobili (Fernández Oro), integrantes de la Mesa de Elaboradores de Vino Casero
y Artesanal y organizadores del Encuentro opinan sobre la actualidad, las
oportunidades y necesidades de un sector que poco a poco va consolidándose en el
Norte de la Patagonia.
-¿Qué es la Mesa
de Elaboradores de vino casero y artesanal y qué objetivos
persigue?Carlos Murray:
Le llamamos Mesa de
Elaboradores porque no tenemos una personería jurídica. Y tiene sentido como
“mesa abierta”, a través de la que nos juntamos a compartir experiencias, ideas,
objetivos todos los elaboradores de vino casero y artesanal que quieran sumarse
y aportar. Nuestros objetivos son contar con una representación organizada ante
los distintos entes; sea la provincia, el INV o el Centro de Desarrollo
Vitivinícola; que cada uno de los elaboradores crezca en calidad y
competitividad respetando las características individuales; crecer y ser
reconocidos como una actividad importante dentro del sector productivo. Además,
nos proponemos sumar a otros actores que le den variedad y fuerza a la
actividad, promover políticas activas dirigidas al sector y realizar por lo
menos una reunión anual donde nos encontremos todos y que termine siendo la
fiesta de los elaboradores del vino casero y artesanal. Para eso nos juntamos,
compartimos experiencias y nos capacitamos.
-¿Cuáles son las perspectivas del sector en el Norte de la Patagonia?
-¿Cuáles son las perspectivas del sector en el Norte de la Patagonia?
Jorge
Sgrablich: Los
elaboradores estamos afianzándonos cada vez más como sector. Nos estamos
reuniendo periódicamente para capacitarnos, estamos conformando grupos de Cambio
Rural en el marco del INTA; llevamos nuestros productos a concursos nacionales
de vinos y nos presentamos en exposiciones de primer nivel. El proceso de
integración y desarrollo que vivimos hoy es el que queremos profundizar. De esta
manera, las perspectivas son inmejorables: contamos con muchos jóvenes
emprendedores en nuestros grupos de trabajo, y la gente de mediana edad trabaja
y participa con el mismo espíritu. Estamos formando "una gran familia" entre los
elaboradores, y eso es invalorable.
-Llama la
atención que, a diferencia de la fruticultura, donde el promedio de edad oscila
entre los 55 y 60 años, el de los elaboradores es un segmento joven, con un
promedio entre los 25 y los 40 años.
Jorge Sgrablich: Es muy lindo ver tantos jóvenes... eso te da la pauta de que hay futuro. La vitivinicultura entró en crisis mucho antes que la fruticultura. Se arrancaron la mayoría de los viñedos en el Valle, y por eso quedamos unos pocos. Con tan poca producción de uva, si no te incorporas a la cadena de valor elaborando tus propios vinos, es muy difícil sostener un emprendimiento. Creo que éste fue el momento en que los hijos decidimos involucrarnos con la chacra de la familia.
Jorge Sgrablich: Es muy lindo ver tantos jóvenes... eso te da la pauta de que hay futuro. La vitivinicultura entró en crisis mucho antes que la fruticultura. Se arrancaron la mayoría de los viñedos en el Valle, y por eso quedamos unos pocos. Con tan poca producción de uva, si no te incorporas a la cadena de valor elaborando tus propios vinos, es muy difícil sostener un emprendimiento. Creo que éste fue el momento en que los hijos decidimos involucrarnos con la chacra de la familia.
José Esteban
Pérez: Creo que el
impulso y la motivación también están en la historia de nuestras familias, en
los valores que se promovían, en la integración que generaba elaborar el vino ya
sea entre parientes, vecinos, colectividad y entre las generaciones mismas. Si
bien era un trabajo y demandaba el esfuerzo, se vivía como una fiesta, y las
generaciones compartían las tradiciones y la transferencia de
conocimientos.
Valeria Moschini: Yo soy psicóloga, y en mi caso me motivó poder valorar la tierra desde otro lugar, que no sea solo en el sentido de sacarle provecho a través de loteo, sino manteniendo una tarea en la que vino trabajando mi familia hace muchos años y que corre peligro de desaparecer si nadie más se hace cargo. Por otro lado, porque veo que es una actividad que invita al trabajo artesanal, a lo manual, y donde cada uno puede desarrollar un producto, pero personal. Esto hace posible el compartir y competir sanamente, y hace a una mejor convivencia. A mí me despierta un sentimiento comunitario de alguna manera, más en estos momentos en los que estamos viviendo con tanta celeridad y agresión de sectores muy competitivos. En esta actividad hay un plus de satisfacción que marca la diferencia.
Valeria Moschini: Yo soy psicóloga, y en mi caso me motivó poder valorar la tierra desde otro lugar, que no sea solo en el sentido de sacarle provecho a través de loteo, sino manteniendo una tarea en la que vino trabajando mi familia hace muchos años y que corre peligro de desaparecer si nadie más se hace cargo. Por otro lado, porque veo que es una actividad que invita al trabajo artesanal, a lo manual, y donde cada uno puede desarrollar un producto, pero personal. Esto hace posible el compartir y competir sanamente, y hace a una mejor convivencia. A mí me despierta un sentimiento comunitario de alguna manera, más en estos momentos en los que estamos viviendo con tanta celeridad y agresión de sectores muy competitivos. En esta actividad hay un plus de satisfacción que marca la diferencia.
-¿Hoy día es una
alternativa rentable producir vino casero o artesanal?
Carlos Murray:
Sí. Lo es. Porque
es un paso más en la cadena productiva y significa llegar con un producto
directo al consumidor, pudiendo cada elaborador agregarle su magia y su historia
a cada botella que elabora. El público siempre está dispuesto a probar vinos
nuevos y de cada localidad.
-¿Cuál es el
aspecto principal al que apuntan sus productos?
Nicolás
Ginobili: La
calidad del vino. Ofrecemos un producto distinto, no industrializado, cuya
principal característica es que el elaborador está presente en todos los
procesos. De esta manera, más allá de contar con el asesoramiento de enólogos,
podemos decir que se trata de vinos de autor. El consumidor encuentra calidad,
pero, además, valora y reconoce el esfuerzo realizado en este tipo de
emprendimientos.En esa búsqueda de calidad, ¿qué
condiciones tienen en cuenta para la elaboración de sus
vinos?Nicolás Ginobili: Los cuidados son muchos, pero
principalmente es importante mantener una carga equilibrada en el viñedo, contar
con uvas sanas, elegir correctamente el momento de cosecha, la higiene en
bodega, controlar las temperaturas de fermentación y llegar al momento del
envasado con un producto bien estabilizado y no demasiado manipulado. Sin
olvidar la buena presentación de la botella.
-¿Qué rol juegan
las instituciones vinculadas con el sector en la consolidación de los
elaboradores?
Carlos Murray: El INTA, el INTI y el Centro de Desarrollo
Vitícola han sido fundamentales en nuestra zona, con apoyos concretos en cuanto
a organización y capacitación. Y en el último tiempo con el cambio de
autoridades; la provincia de Río Negro, a través de la Dirección de
Vitivinicultura ha entendido que el sector de vinos caseros y artesanales es una
parte más y muy importante de la cadena vitivinícola, y que se puede crecer a la
largo de la misma en forma armoniosa y complementaria.
-¿Cuáles fueron
los cambios más destacables que les permitieron afianzarse como
sector?
Carlos Murray: El antes y el después se dio con el cambio de actitud del INV, que desde hace varios años, además de controlar y fiscalizar acompaña y colabora en las capacitaciones y en el crecimiento del sector. A nivel local, con el acompañamiento de la Dirección de Vitivinicultura. Pero creo que el cambio fundamental se dio con la organización del sector a nivel regional con la Mesa de Elaboradores; y a nivel nacional, donde estamos intentando formar la Federación de Elaboradores de vino casero y artesanal de Argentina. Además de los encuentros compartidos en diferentes provincias a través de reuniones como la del pasado fin de semana en Villa Regina o las que se organizan en Lavalle (Mendoza) y en San Juan.
Carlos Murray: El antes y el después se dio con el cambio de actitud del INV, que desde hace varios años, además de controlar y fiscalizar acompaña y colabora en las capacitaciones y en el crecimiento del sector. A nivel local, con el acompañamiento de la Dirección de Vitivinicultura. Pero creo que el cambio fundamental se dio con la organización del sector a nivel regional con la Mesa de Elaboradores; y a nivel nacional, donde estamos intentando formar la Federación de Elaboradores de vino casero y artesanal de Argentina. Además de los encuentros compartidos en diferentes provincias a través de reuniones como la del pasado fin de semana en Villa Regina o las que se organizan en Lavalle (Mendoza) y en San Juan.
José Esteban
Pérez: Cabe agregar
la normativa del Instituto Nacional de Vitivinicultura que dio entidad y
reconoció a los elaboradores de vino artesanal y casero, sumado al
acompañamiento con análisis sin costo y asistencia técnica. Coincido con Carlos
en que hay un cambio de actitud. A nivel país, también se nos ha dado mucha
importancia. Desde declarar bebida nacional al Vino, hasta fondos específicos
para pequeños productores. A nivel local, con el apoyo del Centro Vitícola, el
INTA y el INTI. Sin estas tres patas no se hubieran podido realizar muchas de
las actividades que estamos llevando adelante.
- ¿Qué está
haciendo falta para dar un salto en el crecimiento del sector en los próximos
años?
Jorge
Sgrablich: Lo más
difícil de conseguir son los recursos para adquirir bienes de capital. En la
industria del vino, contar con tecnología es muy importante. Se trabaja mucho
con acero inoxidable, que es muy costoso. De todas maneras, sabemos que estamos
en una etapa en que la capacitación es fundamental, y por eso organizamos
diferentes charlas a lo largo del año. Apuntamos a tener disertantes de primer
nivel para poder aprender con los mejores.
Carlos Murray: Al componente de bienes de capital le
agregaría la necesidad de que cada elaborador pueda tener el asesoramiento de un
enólogo.
José Esteban
Pérez: Otro elemento a tener en cuenta es la comercialización.
Creo que en esto tiene que haber una estrategia sectorial que posicione nuestros
productos desde la perspectiva de
elaboración artesanal y casero. Ver los canales de distribución y los volúmenes que conforman la oferta para poder diseñar una estrategia.
elaboración artesanal y casero. Ver los canales de distribución y los volúmenes que conforman la oferta para poder diseñar una estrategia.
Nicolás
Ginobili: Quisiera
agregar algo sobre lo difícil -por no decir imposible- que es acceder a la
tierra. Está instalada la idea de que la juventud perdió el interés en el
trabajo de la tierra. Esto puede ser cierto para adolescentes con la mente
ocupada 100% en la diversión y el boliche. Pero no lo es para quienes con unos
años más empiezan a sentir la necesidad de desarrollar un emprendimiento. Si
bien existen subsidios y créditos blandos destinados a la adquisición de
maquinaria, no hay un solo programa que esté destinado a la adquisición de
inmuebles. Hablo de tierras rurales para uso rural. Lamentablemente se especula
con estas tierras pensando en la llegada a futuro de la urbanización, y entonces
una hectárea que tendría que valer 7000 dólares en zona rural pasa a valer
60.000. Los viticultores siguen arrancando la viña y en poco tiempo quienes
compramos uva vamos a estar en problemas. Este tipo de emprendimientos se quedan
rengos sin el viñedo propio. Y es el problema a largo plazo que tenemos los "sin
viñedo".
De izquierda a derecha: José Esteban Pérez, Carlos Murray,
Valeria Moschini, Nicolás Ginobili
y Jorge
Sgrablich.
Información e imágenes provistas por INTA ALTO VALLE.
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