miércoles, 7 de noviembre de 2018

Producción y turismo: Un museo para atraer el futuro.

Darle nueva vida productiva a una empresa que forma parte de la historia viva de Villa Regina y es representativa de la ciudad; provocar un impacto en toda la zona céntrica y el faldeo de la barda norte, tan próxima pero tan olvidada, son las ideas centrales del proyecto para la creación del Museo de la Sidra y el Vino, cuya primera etapa se espera poner en marcha en poco tiempo más.
La idea surgió hace un par de años para revalorizar una industria vinculada a la producción frutícola valletana, que tuvo en Villa Regina un punto emblemático con la creación de la Cooperativa La Reginense. 
En los últimos años la cambiante economía nacional dio de lleno en la Cooperativa La Reginense que prácticamente dejó de lado la producción de su sidra y tuvo que alquilar sectores de su planta de empaque y frigorífico para contar con ingresos para cancelar deudas con organismos del Estado.
La incertidumbre sobre el futuro de esta firma fue lo que llevó a buscar alternativas para mantenerla viva. Así surgió la propuesta de creación del Museo de la Sidra y el Vino.
Para avanzar con este proyecto, integrantes del directorio de La Reginense, Fundesur y el municipio firmaron a fines del año pasado un acuerdo que fue el puntapié inicial para un desarrollo mucho más abarcativo e innovador, donde no sólo se apostó a la conformación del museo “vivo”, sino también a generar un aprovechamiento turístico de un amplio sector de la zona céntrica de Villa Regina.
La iniciativa, si bien se concentra puntualmente sobre las instalaciones y el predio de La Reginense, también contempla un aprovechamiento integral al corredor ubicado en torno a las vías del ferrocarril y el sector del anfiteatro al pie de la barda norte.
La idea, desde su gestión, ya contaba con el visto bueno de la Secretaría de Turismo de Nación encabezada por el reginense Alejandro Lastra. Hace pocos días la propuesta del Master Plan fue presentada por el presidente interino de Fundesur, el arquitecto Daniel Flores, ante el secretario de Turismo nacional con el acompañamiento del intendente local, Carlos Vazzana, para ya comenzar a delinear las pautas sobre las que se trabajará en este proyecto que se financiará con recursos del Estado nacional y provincial, con el aporte de maquinaria y mano de obra del municipio y la dirección ejecutiva a cargo de Fundesur.
El proyecto prevé por un lado la refuncionalización de áreas existentes para conformar los espacios del museo, de sectores destinados a la investigación y el desarrollo de propuestas productivas, además de construcciones nuevas e intervenciones sobre la zona de faldeo de la barda, para generar un valor agregado a la propuesta turística revalorizando la naturaleza propia de este sector.
La refuncionalización de las instalaciones de La Reginense contempla no sólo revivirlas sino también darle un aprovechamiento turístico a un amplio sector céntrico, al pie de la barda norte.

El 13 de diciembre de 1929 nacía la Cooperativa La Reginense. Sólo habían pasado cinco años del inicio del proyecto colonizador impulsado por la Compañía Italo Argentina de Colonización para este sector del Alto Valle.
Un año más tarde la Cooperativa Vitivinícola, Frutícola y Hortícola Colonia Regina Limitada obtenía su personería jurídica.
El emprendimiento surgió por la necesidad de los chacareros de defender su producción en aquellos primeros años volcados a la cultivo de vides y tomates, mientras nacía la producción de peras y manzanas.
Comenzó como una bodega de vino con capacidad de dos millones de litros, recibiendo la producción primaria de sus socios. La uva demandó la construcción de una bodega, a lo que siguió la fábrica de conservas, sumando en 1932 un aserradero.
Más tarde se avanzaría con el galpón de empaque, una destilería, la molienda de manzanas, fábrica de envasado de sidra y una fábrica de espumantes. Durante esos primeros años se elaboraba grapa, calvados y vinos espumosos. Luego se incorporó un frigorífico y supermercado.
Por la calidad de sus productos adquirió una proyección nacional y se convirtió en una de las mejores destilerías del país, contando entre sus marcas “Mosela Argentino”, “Valle Alegre”, champagne “Recamier”, sidra y grapa “La Reginense”, e incluso se elaboró jugo de manzana envasado en botellas bajo el nombre “Vera Mela”.
Durante la década del 80 tuvo su pico máximo de producción con más de 200.000 botellas de sidra, mientras que en el empaque se procesaban 400.000 cajones de peras y manzanas.
Publicado en Diario "Río Negro", 7 de noviembre de 2018.

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