Sin piso. En la última década fueron expulsados del sistema el 40% de los productores frutícolas del Valle de Río Negro y Neuquén.
Por Javier Lojo.
El sistema frutícola del Valle de Río Negro y Neuquén continúa expulsando productores de la actividad. Las frías estadísticas señalan que durante el año pasado se computaron tan solo 1.564 productores en toda la región del norte de la Patagonia, dedicados a la producción de pomáceas y frutas de carozo. La cifra refleja una caída del 3% en relación a la cantidad consolidada en 2022, y un desplome del 40% cuando se toma como referencia el año 2013.
En este último período (2013-2023) las estadísticas oficiales dan cuenta de que 1.044 productores fueron desterrados del sistema frutícola. Un número que golpea e interroga, a quienes tienen responsabilidades en el tema: ¿Cómo es que se pudo llegar a este punto?
Los datos surgen del Centro Regional Patagonia Norte del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), cuyo titular, Ricardo Sánchez, presentó el anuario estadístico productivo con el cierre de datos de 2023.
Cabe señalar que este documento -como el resto de los anuarios que se vienen presentando desde hace ya más de una década- es un instrumento clave para que el sector público y privado puedan tomar decisiones de tanto a nivel productivas como a nivel comercial.
Pero volvamos a las duras estadísticas. ¿Cuál es la causa de esta masiva desaparición de productores del sistema? El problema claramente no está centrado en un solo factor. La respuesta a este interrogante es multicausal.
-La economía. Los programas económicos nacionales de los últimos años acabaron con la posibilidad de desarrollo de la mayor parte de los pequeños y medianos productores de la región. Muchos de ellos apuntaron en este tiempo solo a subsistir y el que no logró este piso, lamentablemente, tuvo que vender su explotación o abandonar la producción.
-El financiamiento. Los pequeños productores, por lo general, no tuvieron créditos adecuados como para poder adaptarse a las nuevas reglas de competitividad que presentaba el mercado. Tecnologías, como es el caso del riego por goteo y las mallas de protección de cultivos, siempre fueron variables muy lejanas para este tipo de productores.
-Los cambios en los modelos de producción. Muchos quedaron fuera del sistema por la alta concentración de peras que tenían sus explotaciones, una especie que costó mucho colocarla en todos estos últimos años en el mercado. Otros tantos, no pudieron llegar con la calidad necesaria en su manzana. Desde la demanda también existieron importantes cambios. Factores como calidad y color en el producto se hicieron sentir en las góndolas a la hora de la toma de decisión del consumidor.
-Organización. Cada temporada que pasa resulta más difícil poder mantenerse en pie para un chacarero que no tiene integrada su producción con algún canal comercial, ya sea propio o a través de alguna empresa. Los que pudieron cerrar acuerdos con empresas, todavía se mantienen. El resto, quedó a la deriva de un modelo económico totalmente pernicioso para la producción.
“Pensábamos que el año pasado podíamos llegar a tocar un piso con la salida de productores del sistema, pero claramente la estadística nos muestra que no fue así”, confió Facundo Fernández, secretario de Fruticultura de Río Negro ante una consulta de +P. El funcionario se mostró preocupado por los datos reflejados por el SENASA, aunque señaló que “muchos de los productores que figuran como fuera del sistema frutícola podrían haber comenzado otra actividad en esas mismas tierras, como puede ser el caso de la horticultura o forrajes. De ser así, no se perdieron productores, sino que solo cambiaron de actividad”.
Pero si se habla de producción frutícola, los números muestran con total claridad el silencioso proceso que sufrieron miles de productores que quedaron en el camino en todo este último tiempo. “Por supuesto…se están perdiendo productores frutícolas y todo indica que no tocamos todavía un piso. Lamentablemente quien no es eficiente el día de hoy, queda fuera del sistema”, remarcó Fernández sobre el final de la conversación.
Productores abandonan superficies cultivadas.
Otro dato que surge de la estadística del SENASA es que sigue aumentando la concentración de las tierras productivas, teniendo en cuenta que la superficie implantada con frutales tampoco encuentra su piso y que las empresas, contrariamente a lo que pasó con los pequeños y medianos productores, ampliaron en muchos casos su superficie para producir.
Durante el año pasado unas 533 hectáreas frutícolas dejaron de producir. En el período 2013-2023 se perdieron poco más de 12.200 hectáreas entre peras, manzanas y frutas de carozo en todo el Valle de Río Negro y Neuquén. Un verdadero “fruticidio” en solo una década.
Por distintos motivos, para algunos funcionarios públicos, como así también para ciertos empresarios, estos números son solo eso: fríos números. Sin embargo, las más de 12.000 hectáreas que la fruticultura perdió, representan cerca de 500.000 toneladas de fruta que quedaron fuera del circuito en estos años; equivale a la pérdida de 3.500 trabajadores permanentes, y unos 7.000 trabajadores transitorios; a unas 20.000 cargas de camiones paralizadas, que podrían transitar por la región con este volumen de fruta perdida; y con la matriz comercial existente a la fecha, más de 90 millones de dólares que dejaron de ingresar a la zona para alimentar el movimiento económico de gran parte de las ciudades de la región. No hay antecedentes de semejante genocidio productivo en tan poco tiempo.
«Ese número de productores y superficie implantada lo esperábamos. Son números dramáticos, pero creo que llegamos a un piso. El daño estructural ya está hecho, no creo que sigamos cayendo», destacó con cierto grado de pesimismo el presidente de la Asociación de Productores del Alto Valle, Martín Rodríguez.
-¿Por qué cree que se llegó a este punto?
«No hubo políticas económicas que permitieron el desarrollo de la fruticultura. Pero no de este o el pasado gobierno, sino hace años…Y los productores son el eslabón más débil de toda la cadena del sistema. Lamentablemente todo tiene un precio dentro de la actividad, menos la fruta. El valor que nos dan por nuestra producción se basa en un sistema de restas…todos toman lo que les corresponde y lo que queda va para la fruta; así estamos».
*** Publicado en Más Producción del Diario La Mañana del Neuquén.
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