BUENAS NOTICIAS "EL REGINENSE".
LA VIDA TE DA GRATAS SORPRESAS.
Hay veces que la vida se nos brinda entera y no regala momentos gratos.
Donde uno ve que este pequeño emprendimiento es útil.
Esta mañana antes de la "tramitología argentina" paso a tomar un cortado en la confitería del Club Atlético Regina y hojeo el Diario LA PERLA de Villa Regina y para sorpresa leo en la página 4 un artículo de una investigación del Diario regional "Río Negro" que es el testimonio de uno de los primeros pobladores reginenses Don Juan Benedetti sobre los años de crisis en la Colonia Regina y el mercado negro de la grappa. Esta anécdota la rescaté por mayo del 2012.
Realmente este esfuerzo que algunas veces me lleva estar hasta las 2 o 3 de la mañana (...y no lo digo de mandaparte) tiene sus recompensas... como los denomino son "piropos del alma".
Se agradece al Editor Oscar Bay por publicar en el Diario LA PERLA número 41 lo que saliera en "El Reginense" GUILLERMO PIRRI ARGENTINO.
HISTÓRICAS
REGINENSES.
ANECDOTARIO DE JUAN
BENEDETTI
UNO DE LOS PRIMEROS
POBLADORES REGINENSES.
EL MERCADO
NEGRO.
Anécdotas curiosas tiene el Valle, como
la que relata uno de los primeros pobladores de Villa Regina, Juan
Benedetti.
Cuenta
este hombre, que llegó aquí en 1928, que la crisis del ’30 fue profunda y
duradera en estos lugares. Crisis que, por otra parte, hizo emerger oficios tan
peculiares como los de destiladores y traficantes de
grapa.
“La crisis
del ’30 duró como 10 años acá. Pegó fuerte en la región –relata Juan– sobre todo
porque a la crisis ésta, que era mundial, se sumó un tiempo de superproducción
de vid en la Argentina que hizo estragos entre los chacareros que generalmente
empezaban haciendo viña porque entraba rápidamente en producción. Mi padre fue
uno de los fundadores de la primera Cooperativa local, la Reginense. El sistema
funcionó bien por un tiempo, pero hacia el final no se pagaba nada la uva y los
chacareros pasaron al tomate. Pero con el tomate pasó igual. Creo que no hubo
buen asesoramiento, porque todos hacían uva, después todos hacían tomate y se
provocaba una superproducción. Al principio sólo había una fábrica que compraba
el tomate para industria. Los chacareros solían pasar la noche haciendo cola
frente a la fábrica con su producción. Hasta llevaban pasto para darle de comer
al caballo. Y cuando le tocaba el turno venía una mujer, una empleada bien
vestida y con tacos, y decía: ‘No, esto no va’ y el chacarero se iba para el
Salado a tirar sus tomates. ¿Sabe qué triste? Pero bueno, nosotros veníamos con
ideas cooperativistas, porque en Italia se manejaban así. Vimos que
funcionaban. En la zona
nuestra hay cooperativas de lácteos que tienen muchísimos años.
Pero para integrar una cooperativa hay que saber de qué se trata. Acá se
desvirtuó la cosa, siempre querían mandar dos o tres y así nunca iba a
funcionar”.
De modo
que los inmigrantes llegaban con sus saberes, sus prácticas y sus secretos. Aun
así, no siempre sus injertos de ideas eran exitosos. Habían visto que las
cooperativas en Europa funcionaban e intentaban reproducirlas, pero las
experiencias no salían como allá. Sin embargo, quizá haya algo que sembraron
como enseñanza y tiene que ver con la capacidad de sortear las crisis, que
también conocían y en abundancia.
En este
sentido puede acomodarse este dato : “Otra cosa –continúa su relato–, muchos
chacareros que tenían viña hicieron sus piletas. Todos los italianos sabían
manejar la viña, parece que lo tenían en la sangre… Imagínese esta proporción,
si había 300 chacareros, 200 tenían piletas. Al principio estuvieron bien porque
no pagaban impuestos, pero después, entre las inspecciones que eran muy
rigurosos y los impuestos, se dejó de hacer vino. Muchos sobrevivieron haciendo
algo que nunca se cuenta. Cuando vino la crisis se empezó a hacer grapa
clandestinamente; había destilerías por todo Regina. Conocí a uno que hizo 15
bordelesas de grapa... Se vendía por todo el país. En el mercado negro. Salía en latas de aceite que
lavaban bien y, luego de llenarlas de grapa, la soldaban y las
llevaban escondidas entre colchones, cajones de fruta y mercaderías. El negocio
fue muy común, parecía la tierra de Al Capone (risas). También se hizo
cognac.
”La grapa
iba en gran cantidad a la zona de Comodoro Rivadavia. Decían que allá había
yanquis en las petroleras que la demandaban. Yo vi a un hombre hacer una
bordelesa de 200 litros preparada para meter adentro un barril de 100 litros de
grapa y luego llenar lo que quedaba de espacio con vino, de modo tal que, si lo
inspeccionaban, lo primero que veía era el vino. Así llevaban en camiones la
grapa para Comodoro… ¡Iban en cada camión! Cruzaban dos balsas, en Choele y en
Paso Peñalva.
”Esas
destilerías funcionaron por años. Pero no sólo se volcaba en el mercado negro.
Llegabas a cualquier casa y te invitaban con una grapita. En ese tiempo, en
medio de la malaria y las destilerías, mucha gente se perdió con la
grapa”.
Publicado en
suplemento "El Rural" del diario "Río Negro", sábado 26 de mayo de
2007.
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