domingo, 27 de julio de 2025

Matías Piermarini: El embajador invisible del sabor rionegrino.

 

Matías Piermarini: El embajador invisible del sabor rionegrino.

Nacido en Villa Regina, se formó en La Plata y viajó a España. Su verdadera pasión, la cocina, marcó hondo en su formación. Ahora se dedica a poner en valor los productos rionegrinos.


Lo nuestro hay que darlo a conocer, porque detrás de cada producto rionegrino hay una familia entera trabajando”. La frase, cargada de sentido y emoción, la pronuncia Matías Piermarini, un nombre que quizá no esté en las marquesinas, pero que es fundamental en la trastienda del entramado productivo de Río Negro. Referente técnico, promotor incansable, conocedor de cada vino, cada aceite, cada dulce artesanal que brota de esta provincia diversa.

Hablar con Piermarini es entender que la gastronomía y la identidad pueden (y deben) ir de la mano. Nacido en Villa Regina, estudió Turismo en La Plata, pero desde niño supo que su verdadera pasión estaba en los fuegos, los sabores y las texturas de la cocina. “Tenía 7 años y me levantaba temprano para cocinarles a los amigos de mis viejos que llegaban de viaje. Les hacía omelets”, cuenta entre risas. La escena se completa con un ejemplar gastado del mítico Carlos Arguiñano, regalo de una tía abuela, que fue su primer libro de cabecera.

Aunque soñaba con estudiar gastronomía, en los ‘90 eso era privilegio de pocos. “No existían las escuelas como ahora. Había una sola en Buenos Aires, carísima. Así que estudié turismo, pero siempre trabajé en gastronomía”, dice. En La Plata fue barman, mozo, lavacopas, armador de ensaladas. Fundó junto a su hermano una pequeña empresa que repartía viandas en bicicleta por los ministerios. Su espíritu emprendedor y su vínculo con la cocina nunca se apagaron.

La vida lo llevó a Ibiza, donde trabajó en Living Life, un restaurante de alta gama con clientela internacional. Después, pasó dos años en Granada, como encargado de una cervecería artesanal

“Me pedían que no me fuera, pero decidí volver por amor. Mi pareja no tenía papeles”, recuerda.
Ya instalado en Viedma, montó una distribuidora de vinos, se casó en Las Grutas y, luego de un nuevo viaje a España, se afincó definitivamente en la capital rionegrina. En 2004, entró como técnico al Ministerio de Turismo y, desde entonces, se convirtió en la cara visible —y muchas veces invisible— del producto rionegrino en ferias, fiestas populares y eventos gastronómicos del país.

Del vino al alma productiva.

“Arranqué como chofer de Ana Boschi, la funcionaria que manejaba la Ruta del Vino de Río Negro. Yo hacía los informes técnicos, visitaba las bodegas, armaba el trabajo de campo. A los pocos años, pasé a coordinar el producto. Así conocí a todos los bodegueros y productores”, relata.

Lo que para muchos fue una asignación de rutina, para Matías fue una misión: poner en valor el producto rionegrino. “Siempre tuve ese sentimiento. Soy rionegrino y quería que todos supieran lo que se produce acá”, dice. Y no es solo vino. Piermarini se volvió una referencia también para pequeños elaboradores de escabeches, mieles, frutas secas, aceites de oliva y más.

Conocer al productor fue clave. Te das cuenta que no es una etiqueta: es una familia. El que riega, el que poda, embotella, etiqueta, vende. Y cuando ves todo ese esfuerzo, entendés que tu rol tiene sentido”, asegura. Así nació también su marca: Olivas y Sabores, una vidriera en Viedma donde todo lo que se exhibe y se vende lleva ADN rionegrino.

Kilómetro cero.

Piermarini insiste con una idea clave: el concepto de kilómetro cero no es una moda, sino una necesidad. “Es fundamental que los restaurantes, los comercios y los consumidores sepan qué se produce cerca. Hoy en Viedma cuesta conseguir un vino de Río Negro. Hay una desconexión cultural tremenda”, lamenta. Ese divorcio entre territorio y consumo se repite en toda la provincia. “En la feria Semilla, en Roca, muchos no sabían que los espumantes Agrestis eran de ahí. La gente no conoce lo que tiene al lado”, dice. A eso apunta su trabajo cotidiano: a enseñar, contar, visibilizar.


La gran riqueza rionegrina.

Cuando se le pregunta qué distingue a Río Negro, no duda: “La diversidad. Pocas provincias tienen nieve y mar. Tenemos cordillera, estepa, ríos, valles, costa. Y cada zona produce algo distinto”. Detalla con precisión de geógrafo y emoción de paisano: “En el Valle Inferior, la avellana es clave. El 95% de la producción nacional sale de acá. Y empresas como Ferrero Rocher tienen plantaciones en IDEVI. Pero mucha gente ni sabe cómo es una avellana con cáscara”.

La vitivinicultura es otra joya. “Tenemos el mejor Pinot Noir del mundo y bodegas centenarias. Pero históricamente, nos impusieron vinos de Mendoza. Ahora, con el varietal, se puede competir. La calidad está, falta decisión política y apoyo logístico para distribuir”, apunta este laburante de la promoción productiva rionegrina.


Un protagonista auténtico y necesario.

¿Cómo se piensa su futuro Piermarini? En grande con los pies en el sur. “Quiero que en 20 años los productos rionegrinos estén en cada mesa del país. No porque estén de moda sino porque la gente reconozca el valor que hay detrás de ellos”.

Piermarini no necesita flashes. Ya es protagonista donde más importa: en el origen. Y es desde ahí que construye, todos los días, el prestigio de una provincia que tiene mucho más que ofrecer que paisajes. Tiene sabor. Tiene trabajo, mucho trabajo. Y alma. Toda una bendición, por cierto.

Publicado en YO COMO del Diario "Río Negro".

Domingo 27 de Julio del 2025.

https://www.rionegro.com.ar/gastronomia/matias-piermarini-el-embajador-invisible-del-sabor-rionegrino/

No hay comentarios:

Publicar un comentario