domingo, 22 de enero de 2017

La realidad de las chacras.

La pera siempre ha sido emblema de la producción allense. Hoy toda la economía local se ve atravesada por la situación de la fruticultura. Una radiografía del sector primario.

El ingeniero agrónomo Jorge Toranzo, director de la EEA Alto Valle del INTA, considera que estas son las claves de la situación actual en los valles de Río Negro y Neuquén:
• Abandono o semiabandono de las plantaciones frutales.
• Deterioro de la red de riego
• Diversificación obligada de los pequeños y medianos productores frutícolas a fin de incrementar sus ingresos (cría de cerdos, producción de alfalfa o maíz, etc.)
• Edad avanzada de los productores sin recambio generacional, lo que incrementa los costos al tener que contratar mano de obra.
• Falta de créditos adecuados de largo plazo para que el chacarero pueda renovar las plantaciones según las necesidades del mercado o de su estructura productiva –si no hay rentabilidad para el sector primario, cualquier crédito aunque sea barato se vuelve imposible de pagar–.
• Falta de liquidez y de financiamiento para encarar las tareas de cosecha, empaque, transporte, etc.
Los productores allenses
Río Negro es la principal zona productora de frutas de pepita del país. Según el último informe del Senasa, en la provincia hay 20.017 hectáreas cultivadas de pera y, de esas, Allen tiene 3.147. En el caso de las peras el mercado interno es insuficiente, ya que se consume sólo 2,5 kg por habitante. Por eso el negocio depende tanto de las exportaciones.
“Allen es la principal zona perera y la que está sufriendo la crisis de la pera, con lo que es probable que esa zona esté más castigada desde ese punto de vista. El grueso de la pera es de exportación. En el 2013 hubo alrededor de 400.000 tn de peras exportadas, ahora en los dos últimos años estamos muy por debajo de eso, en algo como 300.000 tn. El mercado interno, en cambio, es muy parejo, nos mantenemos alrededor de las 100.000 tn, y la pera que va a industria pasó de 240.000 en el 2012 a una estimación de 130.000 tn”, cuenta Toranzo.
“Hay productores que han abandonado la chacra, otros han dejado de hacer cosas, pero también hay productores que están tratando de hacer otras cosas. En general al que le va más o menos bien es aquel que puede apropiarse de la renta. ¿De qué manera? Vendiendo él directamente. Es el productor que está diversificado, que a lo mejor tiene 10 o 15 hectáreas pero tiene un poco de manzana roja que guarda en frío, un poco de durazno que vende en el pueblo y de ciruela que embala y vende él mismo, que tiene un poco de alfalfa, que tiene algunos porcinos, los faena y los entrega a sus clientes...”, explica Toranzo y aclara: “Eso por supuesto necesita de un productor que tiene que tener cierta edad. Las expectativas que uno tiene frente a la vida no son las mismas para un productor de 40 que de 60 años”.
Contaminación sí o no
Más allá de la discusión por la contaminación del agua por los pozos hidrocarburíferos que van ganando terreno, sobre todo a partir del derrame de agua salada en un pozo de gas en la zona rural de Allen en octubre, lo que está a la vista de la gente de a pie es la contaminación lumínica que atrae muchísimos insectos, el aumento del tránsito de vehículos que ocasiona más polvo en el aire y la contaminación auditiva. La fruticultura no sale indemne de esto. Y ese es el reclamo que están llevando adelante sobre todo los que cultivan orgánicos, por los controles de las certificaciones internacionales.
“En los últimos años lo orgánico ha sido un buen negocio, no sólo en productos frescos sino también el jugo. Hay gente que le está yendo muy bien y es una muy buena alternativa. Hay productores de manzana y pera certificados. Hoy producir orgánico es una demanda nicho. No tiene casi mercado interno. Son mercados Estados Unidos y Europa”, relata Toranzo.
Eso sí, hacer orgánico sale más caro. Sólo hay algunos productos permitidos y se pueden usar muy pocos fertilizantes, las certificaciones no son gratis y el raleo se tiene que hacer todo a mano. Además hay que esperar tres años de controles para poder exportar. Mientras tanto se vende como fruta tradicional pero con costos mucho más altos. Una reconversión para unos pocos en el contexto actual.
Reconvertir a orgánico ha sido la solución para chacareros de la zona. Pero para eso fue necesaria una gran inversión de capital y mano de obra.

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