sábado, 14 de febrero de 2015

La otra cara de la fiesta de la manzana Por Javier Lojo.

Cambios de paradigmas. Fin de un ciclo económico. Reordenamiento de una actividad en crisis. Cualquiera de estas tres definiciones cuaja perfectamente con el escenario actual de la fruticultura del Valle.
En las últimas décadas, una de las actividades regionales más importantes del país perdió progresivamente participación en los indicadores socioeconómicos de sus provincias.
El tiempo pasó y pareciera que todo el sistema frutícola se quedó atado a un mundo que ya no le responde. Pasamos de liderar la producción y exportación de pomáceas del hemisferio sur a ser hoy considerados jugadores marginales de un mercado internacional altamente competitivo.
La manzana es un claro caso testigo de nuestra degradación como país productor.
¿Qué fue lo que pasó en estos últimos 30 años? Todo indica que los principales problemas del sector surgieron puertas adentro.
El contexto internacional tuvo un desarrollo vertiginoso. En el período bajo análisis la producción de manzanas mundial se multiplicó por cinco y las exportaciones lo hicieron a tasas aún mayores.
¿Por qué la Argentina y, específicamente, el Valle de Río Negro y Neuquén no aprovecharon esta expansión del comercio internacional de pomáceas, cuando la mayor parte de los países del hemisferio sur sí lo hizo? Este interrogante tiene más de una respuesta y mucho tiene que ver con los programas económicos implementados en estos últimos 30 años. Algo complejo de expresar con suma precisión en unas pocas líneas como exige la tiranía de un medio gráfico.
Intentaremos resumir los trazos más importantes de lo que interpretamos la crisis estructural del sistema productivo y comercial de la manzana en nuestra región.
• En primer lugar, en el país nunca existió un plan estratégico para el desarrollo de este tipo de sistemas, como sí estuvo presente en Chile, Nueva Zelanda, Brasil y Sudáfrica. Mientras que en estos últimos el Estado junto con los privados se propusieron, con los desvíos esperados, llegar a objetivos en tiempos definidos, la Argentina nunca pudo sortear la inercia que le imprimían los vaivenes de las políticas erráticas en todo este tiempo. Frente a este escenario, la urgencia siempre primó sobre la resolución estructural del problema y la descapitalización del sistema fue el síntoma que prevaleció en todo este crítico período.
• Desde fines de la década del 70, para no aburrir al lector yendo más lejos aún, los modelos económicos desincentivaron el desarrollo de las economías regionales. La "tablita" de Martínez de Hoz, la gestión radical con el Plan Austral en 1985 y Primavera año y medio después, la debacle hiperinflacionaria de fines de los 80, la aparición de la convertibilidad con el corsé cambiario que destruyó la industria, la crisis del 2001 que pulverizó los cimientos de la economía, y la llegada del matrimonio Kirchner que no pudo revertir la severa degradación que venían arrastrando estos sectores productivos, signaron el presente y futuro de la actividad. Más de 35 años el Valle peleando contra molinos de viento. Ninguno de los países con los que nos comparamos en esta nota tuvo semejante condicionamiento para su desarrollo.
Debemos entender que un sistema frutícola se planifica para el mediano y largo plazos. Esto quiere decir que las inversiones que se realizan hoy maduran a partir del quinto año y necesitan para ello reglas claras, en una economía estable, para poder reinvertir y mantenerse competitivo dentro del mercado internacional. Todo lo contrario a lo que ocurrió en el país en estos últimos años mencionados.
• El sector privado, tanto productor como empresario, no tuvo –por negligencia o por falta de ideas– posibilidad de sobreponerse a todo este contexto. La política carroñera aprovechó esta debilidad y otorgó ayuda a sectores definidos para dispersar así las protestas de la actividad que reclamaban cambios en el rumbo político. Pero el tango siempre se baila de a dos y el sector privado fue cómplice necesario para que la política lograra sus objetivos. Por todo esto hoy nos encontramos con una sociedad que le da la espalda a la producción, insensible a sus demandas, producto en gran parte de estos acuerdos espurios con el poder político de turno que nunca terminaron por resolver los problemas de fondo de la actividad. La última Fiesta de la Manzana es un claro ejemplo de lo mencionado. Unas 300.000 personas festejando durante cuatro días en el peor momento de la fruticultura regional. Candidatos presidenciables paseándose por el evento defendiendo el modelo de esta última década sin ningún político local o periodista acreditado que preguntara sobre la fruticultura y su futuro. ¿Alguien podía pensar hace una década que esta fiesta se podía llegar a hacer en un contexto como el actual?
Estos conceptos, que incluyen al Estado nacional, sector privado y sociedad, son sólo tres de los ejes sobre los que se deberá trabajar, desde ahora a las próximas décadas, si lo que verdaderamente se quiere es volver a tener una fruticultura en desarrollo y competitiva.
La actividad necesita un acuerdo, en el cual cada uno de los sectores que participa del mismo algo deberá ceder; inclusive la política. No existe otra salida posible.
La foto del drama
Hace algunos años, en estas mismas páginas, se relacionaron algunas variables de la fruticultura regional con las de nuestros competidores del hemisferio sur.
En ese entonces se observaban desvíos importantes entre el Valle de Río Negro y Neuquén y el resto de los países allí mencionados. Hoy esas diferencias se profundizaron sensiblemente.
Tomando los datos oficiales del Departamento de Estado de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) de la temporada 2014 se detalla que la producción de manzana argentina es la que muestra la peor performance del sur del continente.
Para determinar los retornos a la producción se tomó en forma unánime (para todos los países bajo análisis) valores de 200 dólares promedio por tonelada para la manzana que se destina al mercado interno, 350 dólares promedio para la que se orienta al exterior y 40 dólares promedio para la tonelada que se vende al descarte.
La estadística de USDA resalta que durante el 2014 el 40% de la producción de manzana argentina fue destinado a la industria, un porcentaje menor al histórico de los últimos cinco años debido a que la cosecha 2013/2014 tuvo mermas importantes y parte de los calibres que, temporadas anteriores se orientaban al concentrado, ese año fueron al mercado en fresco para sostener una góndola local con una demanda desabastecida. El promedio histórico del Valle muestra que la industria absorbe el 50% de la cosecha. ¿Cómo puede subsistir un sistema cuando más del 50% de su producción es un descarte de la actividad principal (venta en fresco)? Pensemos en un aserradero cuya actividad está centrada en la producción de tirantes y la venta de aserrín como subproducto marginal. ¿Puede esta industria sobrevivir cuando el 50% de sus ventas es de aserrín?
De todos estos datos del USDA se pueden resumir las siguientes conclusiones, varias de las cuales se grafican en los infogramas adjuntos:
• La Argentina es el país que destina la mayor proporción de su manzana a su industria. Ésta es de descarte y tiene un precio de entre 5 y 20% del valor que consigue la fruta en fresco en los distintos mercados.
• Brasil, en este grupo, es el que dirige la mayor proporción de su producción al mercado interno (78%), mientras que Nueva Zelanda lidera la exportación con una participación del 64% sobre el total de su oferta productiva.
• Teniendo en cuenta los destinos de venta que tiene la manzana, la Argentina se ubica en el último lugar, al tomar los retornos que percibe por kilo: 0,17 dólares por kilo producido en el sistema. Nueva Zelanda y Chile lideran este listado con 0,26 dólares por kilo. La cuenta surge de tomar los destinos de la manzana en cada uno de los países y ponderarlos con los precios de venta respectivos, para luego dividir ese ingreso por el total producido en la temporada.
• La productividad es otro tema a computar. Los datos muestran aquí otro de los grandes problemas del Valle. Tomando en cuenta los datos del USDA del 2014, el promedio de producción por hectárea en la Argentina fue de 24.700 kilos. Hay que recordar que el año pasado hubo merma en cosecha. En el 2013 ese promedio se ubicaba en 29.000 kilos. Volviendo al 2014, la productividad en Brasil tiene 32.000 kilos por hectárea, Chile presenta 39.100, Nueva Zelanda 58.600 y Sudáfrica muestra 44.100 kilos por hectárea.
• La productividad es determinante en los ingresos de la actividad y marca mayores diferencias aun en relación con nuestros competidores. Es así que los ingresos por hectárea de un productor argentino hoy se ubican, teniendo en cuenta la productividad de su chacra (y los retornos por kilo de fruta), en los 4.166 dólares. En Brasil llega a los 5.926 dólares, en Sudáfrica 9.222 dólares, en Chile 10.087 dólares y en Nueva Zelanda 15.151 dólares. Es decir, este último país más que triplica sus ingresos por hectárea con la venta de manzanas respecto de un productor del Valle de Río Negro y Neuquén; Chile y Sudáfrica más que lo duplica.
Todos estos datos nos muestran que 'tranqueras adentro' se están profundizando los problemas de competitividad. En este análisis no se tiene en cuenta los mejores precios logrados por nuestros competidores a través de las nuevas variedades de manzana que manejan, ni los mayores costos internos en dólares que sufre el Valle de Río Negro y Neuquén.
Muchos serán los productores que quedarán en el camino en la presente temporada. También, muchas empresas. Pero este drenaje de unidades productivas y comerciales no mejorará el escenario futuro de la fruticultura. No es algo natural del mercado, donde los ineficientes ceden en el sistema ante los que lo son. Los que están cayendo lo hacen porque existe un marco económico que no permite tener, hace ya muchos años, rentabilidad en el sector.
Y esto trae aparejado menos inversiones, menos tecnología, menos productividad y menos mercados a los que abastecer. En definitiva, decadencia y la desaparición de una actividad vital para sostener el tejido social de todo el Valle de Río Negro y Neuquén.
Publicado en Diario "Río Negro", sábado 14 de febrero de 2015 en Suplemento El Rural.

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