sábado, 7 de febrero de 2015

El granizo destruyó las esperanzas de los productores: angustia sin fin.

La tormenta afectó a unas 8.200 hectáreas frutícolas en todo el valle de Río Negro y Neuquén. Algo más de 2.500 trabajadores rurales y otros miles de brazos de embaladores pierden la posibilidad de trabajar por esta calamidad que les trajo aparejada la naturaleza.

No debe haber registro en la historia de la fruticultura en el que se reflejen tantos males sufridos en un mismo período.
Pareciera que las siete plagas de Egipto se trasladaron al Valle de Río Negro y Neuquén durante la presente temporada. Conforme al uso popular, esta expresión quiere decir que alguien, algunos o todo un pueblo están recibiendo un padecimiento o castigo de proporciones bíblicas, es decir inimaginable e insuperable.
La fruticultura regional padece estas siete plagas:
• Retraso cambiario histórico para la actividad
• Tributos a la exportación, únicos en el mundo
• Carga impositiva interna récord para la producción
• Falta de financiamiento bancario para el desarrollo
• Costos internos que nos dejan fuera del mercado
• Política económica nacional que asfixia al sistema
• Caída de granizo que afectó unas 8.200 hectáreas
Este último evento fue el que terminó por limar las últimas esperanzas que tenía el sector de intentar sacar adelante la temporada. Las 8.200 hectáreas afectadas por el granizo se computan de las tormentas sufridas en la región desde fines del año pasado.
Según informes del sector privado, sólo por estos temporales de piedra se perdieron aproximadamente 270 millones de kilos de fruta. Tal vez, para muchos, este es un número más dentro de la estadística frutícola que todos los años presenta el sistema.
Si esa fruta, trabajada con paciencia durante todo el ciclo productivo, hubiese podido ser colocada en el mercado externo, habría generado divisas para el país por unos 280 millones de dólares. Si ese volumen se hubiese destinado al mercado interno, la facturación habría alcanzado los 1.500 millones de pesos.
Esas 270.000 toneladas destinadas al mercado externo hubiesen demandado para su recolección algo más de 2.500 trabajadores rurales en lo que dura una cosecha programada. También se hubiesen necesitado, para embalar semejante volumen de fruta, de otros miles de brazos que hoy pierden la posibilidad de trabajar por esta calamidad que les trajo aparejada la naturaleza.
Esto es lo que verdaderamente golpea: fruta tirada, productores desamparados, obreros sin trabajo y millones de dólares que se pierden por no tener idea de cómo salir de esta crisis. El granizo en ciertos lugares golpeó con tanta fuerza que en algunas explotaciones los cálculos de pérdida superan el 100% de la producción. Y esto se da porque la piedra afectó también el dardo que espera en la planta para dar fruto en la próxima temporada.
Qué es lo que viene
El granizo terminó por limitar el ingreso de la pera Williams y la manzana Gala para ser colocadas en los galpones de empaque. Muy pocos productores pudieron entregar estas variedades a las empresas para que fuesen exportadas.
"Los lotes con daño arriba del 15% fueron rechazados por las exportadoras. Aseguran que no es rentable pasarlos por la máquina", confió un productor de Cipolletti al ser consultado por el tema. Las posibilidades que estas dos variedades sean absorbidas por la industria de concentrado son nulas, teniendo en cuenta que no existe precio por ese tipo de fruta. Hoy la industria sólo está tomando aquella que sale del descarte del galpón de empaque de las empresas.
En definitiva, los cálculos más optimistas dan cuenta de que de las algo más de 900.000 toneladas de peras (Williams, Packham's y D'Anjou) y manzana Gala que estaban disponibles en el pronóstico para poder cosechar en esta primera parte de la temporada, sólo se terminarán levantando de la planta alrededor de 350.000 toneladas. El resto, por diversas causas, nunca saldrá tranqueras afuera de las chacras.
La tolerancia puesta por los empresarios que destinan su fruta a ultramar rompió el equilibrio del mercado. Históricamente el 30% de lo embarcado por San Antonio, Bahía Blanca y Buenos Aires se destinaba a Rusia. Toda pera de calidad inferior de la que se mandaba al resto de Europa y Estados Unidos. Esta fruta hoy no ingresa al mercado ruso y menos se puede reorientar a los países del norte.
"Hoy el mercado para la pera en Europa no está deprimido. La primera fruta de Sudáfrica logró buenos precios, pero estamos hablando de una muestra en una temporada que recién se inicia para el hemisferio sur", confió un empresario desde Berlín, donde se realizó esta semana la feria Fruit Logistica 2015.
"Los principales problemas los vemos hoy en la manzana, donde nos es imposible competir aquí en Europa por los altos costos y variedades que tenemos para ofertar", agregó la fuente.
La mayor parte de los empresarios consultados aseguró que "en Europa hay menos actividad que años anteriores", aunque tienen expectativas con los retornos que genere la pera de buena calidad que, a esta altura de la temporada, queda claro no serán importantes volúmenes de los que se habla. Los exportadores muestran también una gran preocupación por la volatilidad de las variables macroeconómicas que se observan en los distintos mercados, en especial con las monedas como el euro y el rublo.
Rusia es un tema aparte. En Berlín aseguran que los problemas con Vladimir Putin, lejos de solucionarse, se profundizarán y esto para la fruticultura regional no es algo bueno.
Para esta temporada los programas de embarque desde el Valle de Río Negro y Neuquén caerán por encima del 30% en forma interanual. Los riesgos de cobro, sumados a la inestabilidad económica que muestra el país (precio del crudo cayendo al 50% y devaluación a tasas del 100% en los últimos doce meses), no reflejan un buen escenario comercial en este mercado.
La pérdida de competitividad que sufre la fruticultura argentina complica aún más este panorama. Para lograr retornos positivos hoy una caja de peras se debe vender en Moscú a unos 1.800 rublos, más del doble de lo obtenido durante la temporada anterior.
"La poca pera en Rusia está logrando estos precios, pero hay posibilidades ciertas de que con la llegada de los embarques del hemisferio sur ese valor se acomode. Sería catastrófico para nosotros", agregó otro de los exportadores desde Berlín.
La menor fruta enviada a ultramar podría generar complicaciones en destinos como Brasil y mercado interno, ya que muchos son los productores que están guardando pera o adelantando la venta de manzana –para lograr algún retorno– en estos dos destinos.
Va a haber mucha fruta "dando vueltas", lo que puede llegar a sobreofertar estos dos destinos que hasta ahora han traccionado muy bien dentro del sistema.
Esta semana llegó una gran cantidad de camiones provenientes de la provincia de Buenos Aires, Santa Fe y el norte del país a comprar fruta tranqueras adentro de la chacra. "Estamos cobrando a culata de camión. No tenemos otra opción. Una parte se paga en efectivo y otra con cheque", señaló un productor ilusionado con una salida comercial para su cosecha.
En algunos casos los cheques recibidos llegan a los 90 días. ¿Qué pasará cuando la fruta comience a atorar los mercados y los precios comiencen a bajar?
La mayor parte de esos documentos recibidos por los productores no podrá ser cobrada.
Y será entonces cuando se manifestará el segundo pico de la crisis, de no mediar autocontroles dentro del sistema que permitan enviar al mercado interno y Brasil sólo fruta que tenga posibilidades de ser vendida y cobrada.
Nota de Javier Lojo publicada en Suplemento El Rural del Diario "Río Negro", sábado 7 de febrero de 2015.

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