Cada 4 de agosto, el aroma a pan recién horneado adquiere un significado especial. Es el Día del Panadero, una fecha que no solo celebra una profesión, sino una forma de vida que se transmite entre generaciones, entre madrugadas y masas, entre harina y recuerdos.
En Villa Regina, la panadería Chequi es una de las que cuenta con mayor historia y así lo relató Florencia a la hora de recordar el comercio y, sobre todo, los primeros pasos de su padre Juan Di Donatto (62) en el oficio. Fundada en 1945, la histórica panadería que hasta 2020 siempre estuvo en calle Ingeniero Bicchi (en dos direcciones), ha sido testigo del crecimiento de la ciudad y del paso del tiempo. En sus hornos se cocinan no solo facturas y galletas, sino también historias de esfuerzo, herencia y amor por un oficio que no descansa.
“Trabajamos en familia. El panadero es mi papá quien tiene más de 45 años en la tarea. Empezó de muy chico, y lo mismo me pasó a mí. Si bien no soy panadera, fui criada en los pasillos de ésta”, contó Florencia, una de las actuales responsables del local.
Juan Di Donatto conoció el oficio junto a Angel Almada, el segundo panadero que tuvo Chequi y a quien recuerda como a un padre. Desde 2010, mantiene viva la tradición de este histórico comercio que, actualmente, cuenta con dos sucursales: en Italia 112 desde el 2020 y en Brown 123 desde hace tres años aproximadamente.
Con la misma receta de siempre, en los dos locales siguen ofreciendo las especialidades de la casa: facturas de todas las variedades, las muy buscadas galletitas Julio – o masitas de vino- y los crostoli, una delicia de raíces italianas que remiten a los orígenes de Regina.
“Es sacrificado, pero es una forma de vida que elegí desde desde chico y que la llevo en la sangre. Hoy, sigo levantándome a las 4 o 4,30 de la madrugada, pero dejo todo preparado el día anterior. Hasta el mediodía no se para. Después de un par de horas de descanso, volvemos a combinar agua y harina, las manos y la masa”, relató Juan al diario digital LCR.
Tanto Florencia como su papá reconocieron que el contexto económico es difícil y que se evidencia en una caída en el consumo de pan que ronda el 30% desde el 2010 a la fecha. Sin embargo, la vocación sigue intacta.
Mientras realizábamos la entrevista, como todas las mañanas pasó la vecina Ana María Ramos Mexía, clienta fiel desde los orígenes de la panadería. A la hora de ser consultada respecto a por qué sigue eligiendo a Chequi, con lágrimas lo resumió así: “Tengo 80 años y elijo esta panadería por la atención, por las cosas ricas y por cómo me hacen sentir. A mi edad, eso vale más que cualquier precio”.
El Día del Panadero recuerda la fundación en 1887 de la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos, una organización pionera en la lucha por condiciones dignas. Su espíritu rebelde aún resuena en los nombres de las facturas: bolas de fraile, cañoncitos, vigilantes.
En Chequi y en tantas panaderías del país, los hornos no se apagan. Aunque los tiempos cambien, los aromas y el pan caliente y crujiente no conoce de feriados y sigue presente en las calles de la ciudad desde antes de que amanezca, para que no falte en la mesa.
*** Publicado en LA COMUNA DE VILLA REGINA.
Imágenes: LA COMUNA DE VILLA REGINA.
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