Fruticultura en Río Negro en 2025: menos hectáreas, más productividad y una creciente diversificación.
Pese a la baja en la superficie y en la cantidad de productores, la ecuación por hectárea sube. La alfalfa, el maíz e incluso las hortalizas se transformaron en el Alto Valle en alternativas productivas.
Producción de alfalfa y maíz forrajero en chacras de J..J. Gómez. (Foto: Andrés Maripe)
Las hectáreas destinadas a la plantación de peras y manzanas en Río Negro se redujeron cerca de un 30% en la última década. Sin embargo, los volúmenes de producción no se vieron afectados sino que, por el contrario, la productividad aumentó. Además, las tierras vacantes produjeron una importante diversificación de las actividades económicas primarias en la región.
Las hectáreas destinadas a la plantación de peras y manzanas en Río Negro se redujeron cerca de un 30% en la última década. Sin embargo, los volúmenes de producción no se vieron afectados sino que, por el contrario, la productividad aumentó. Además, las tierras vacantes produjeron una importante diversificación de las actividades económicas primarias en la región.
Según los anuarios estadísticos del Senasa, la superficie declarada de fruta de pepita en la provincia ascendía a las 43.356 hectáreas en 2010. Pero el número cayó considerablemente, hasta las 29.482 hectáreas, en el último informe publicado a mediados del año pasado.
El titular de la Cámara de Roca también indicó la vuelta a la plantación de hortalizas. Y trazó una línea de tiempo en la que en sus comienzos el Valle fue forrajero y productor de verduras, algo que está volviendo a suceder.
Dato clave 1.327 Productores había en el Valle a finales de 2023. En 2010 esa cifra ascendía a 2.773 chacareros.
Sin embargo, la reducción del número de tierras destinadas a la fruticultura no debe ser visto como un revés para la actividad, sino más bien como una oportunidad para la optimización. Esto se refleja en el importante crecimiento de los volúmenes de producción en los últimos años.
“Hoy lo que estamos viendo es la optimización del esquema productivo frutícola. ¿Por qué? Porque pasamos de una productividad promedio de 25.000 kilogramos por hectárea hace 10 años a una productividad promedio de 45.000 kilos por hectárea en la actualidad. Además, si uno mira la proyección para los próximos cinco años, esos 45.000 kilogramos rápidamente van a ser 50.000 o 55.000”, expresó el ministro de Desarrollo Económico y Productivo de Río Negro, Carlos Banacloy.
Respecto a la reconversión de las chacras a cultivos extensivos, Sánchez aseveró que este tipo de plantaciones son utilizadas como parte de una estrategia de rotación y descanso de los suelos. “Desde hace rato que se hace alfalfa en el Valle o se realizan cultivos más extensivos que tienen menos rentabilidad por hectárea y también menos volatilidad. Pero estuve viendo este último tiempo que hay muchos que lo hicieron para mejorar los suelos y mantenerlos hasta que se pueda volver a plantar fruta”, expresó. El mercado de pepita, aunque más volátil, genera una rentabilidad mayor, con lo cual continúa siendo una opción atractiva para invertir.
El negocio inmobiliario y las chacras en el Alto Valle de Río Negro.
La principal amenaza para la superficie frutícola es el desarrollo inmobiliario, fuertemente anclado en el sector del Alto Valle Oeste por su cercanía con Vaca Muerta. Las chacras en algunos casos migraron a loteos altamente cotizados.
“Es una competencia totalmente desleal, es muy difícil competir contra la urbanización. No hay chances. Lo vemos en Cipolletti y Fernández Oro, donde ya prácticamente no hay una transición entre una ciudad y otra. Ese crecimiento es insostenible para el productor”, opinó el ministro Banacloy sobre la presión del sector de inmuebles en las áreas de producción.
El titular de Desarrollo Económico consideró que los municipios deberían tomar cartas en el asunto y comenzar con esquemas de planificación urbanística. Por lo pronto, desde la Provincia trabajan en una ley para regular la situación y su efecto sobre la red de canales de riego del Alto Valle.
“Estamos trabajando con el gobernador de cara a una legislación, donde todos los que tengan el beneficio de vivir en los valles irrigados tengamos el compromiso de saber que hay un sistema, que si no lo mantenemos, no vamos a poder vivir. Esa urbanización que se fue dando a la orilla de los canales hay que atenderla” rescató. Probablemente se avance la distribución de una parte del impuesto inmobiliario para el sostenimiento de los canales.
El productor y expresidente del Consorcio de Riego de Cipolletti, Eduardo Artero, presentó una mirada crítica respecto a la reconversión urbana de las chacras y catalogó este tipo de negocios como meramente “especulativos”. “Muchos compran una tierra y por ahí hasta que se concreta un desarrollo pasan 10 o 15 años. Dicen sobre un proyecto inmobiliario pero no hay agua, cloacas o gas. Son un negocio entre comillas, porque están esperando que el Estado lleve todos esos servicios. Es especulativo”, denunció.
Por otra parte, desde la Federación de Productores también reforzaron la falta de legislación en la materia. “El problema está que, dentro de esta situación económica, los valores de la actividad productiva no compiten con el valor inmobiliario. Al no haber legislación en el resguardo de tierras productivas todo se ha quedado liberado, por lo tanto la urbanización vino a meterse en el medio”, detalló su presidente Sebastián Hernández.
Dos visiones del recambio de viejos por jóvenes chacareros.
La concentración y las dificultades para que el negocio a pequeña escala sea rentable hizo en los últimos años que los hijos de los chacareros no siguieran la actividad familiar.
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