Fertilización en poscosecha de frutales de pepita y carozo:
Pensando en la cosecha que viene.
La fertilización es sin duda una de las labores culturales
más importantes en los cultivos perennes, como los frutales. Las necesidades de
producir precozmente y lograr rendimientos altos y sostenidos a lo largo de los
años, requiere la puesta a punto de la fertilización.
Un programa de fertilización debe tener objetivos
específicos y definidos para la realidad de cada monte. Es ampliamente
reconocido que la fertilización de poscosecha, realizada generalmente en otoño,
cuando el follaje se mantiene activo antes que las hojas inicien el proceso de
senescencia. Es la primera que se realiza con vistas a la próxima temporada. El
fundamento técnico de efectuar esta práctica con suficiente anticipación se
basa en razones fisiológicas.
Es conocido el rol de las reservas minerales y orgánicas en
las especies perennes durante las primeras etapas de crecimiento primaveral.
Simplemente se debe recordar que desde el mismo momento en que las yemas
comienzan a hincharse hasta dos y tal vez tres semanas después de plena
floración, las reservas de la planta son las encargadas de abastecer el
crecimiento y desarrollo, en primer lugar, de las raíces absorbentes, y luego
de las jóvenes hojas, flores y frutos cuajados. Es importante recalcar que, en
este período, si bien puede producirse algo de absorción mineral por parte de
las raíces, el crecimiento inicial no depende de los minerales del suelo sino
de las reservas de la planta. Por lo dicho, es importante realizar
fertilización poscosecha, con el fin de adicionar aquellos minerales que puedan
resultar deficientes. De todos los minerales esenciales, los que se pueden
aplicar en poscosecha son el nitrógeno, el fósforo y el potasio por suelo, y el
Boro vía aplicación foliar.
En perales y manzanos es posible realizar la fertilización
nitrogenada desde un par de semanas previas a la cosecha hasta mediados de
abril. En tanto, para los frutales de carozo el momento ideal es inmediatamente
después de la cosecha.
El requerimiento de cada especie, portainjerto y variedad,
así como rendimiento esperado y el estado de cada monte determinan la dosis
total del nitrógeno, pero en general conviene aplicar aproximadamente el 60% de
la dosis total en este período, a excepción de las variedades de manzano Red
Delicious y Gala tradicional –de bajo potencial para desarrollar coloración
roja- y de la pera D´Anjou –susceptible a la manifestación de corcho-. En estos
casos es aconsejable que la fertilización nitrogenada se realice en su
totalidad en otoño.
La fertilización fosfórica debe realizarse incorporando el
fertilizante al suelo en proximidad de las raíces ya que es un elemento no
móvil.
El nitrógeno, se aplica normalmente al nivel de la
superficie del suelo, ya que al ser móvil puede ser transportado a la zona de
absorción mediante el agua, sea producto de una lluvia oportuna o por el riego.
Lo correcto es realizar el riego y luego la aplicación del fertilizante. De no
ser posible, se debe tener precaución con la lámina de agua aplicada, para
evitar el lavado del fertilizante y pérdida por lixiviación y contaminación de
la freática. De todos modos, debe siempre incorporarse, ya sea con agua o con
movimiento de suelo.
Todas las formas químicas de nitrógeno son de rápida
disponibilidad, aun la forma amonio, que en nuestras condiciones pasa a la
forma nitrato por acción de las bacterias del suelo en apenas unos pocos días.
La Urea es una de las formas que mayor contenido de nitrógeno posee (grado
46-0-0), el Nitrato de Amonio calcáreo (grado 27-0-0) es un fertilizante que no
tiene limitaciones de uso en los frutales, y además es una fuente económica de
nitrógeno y de rápida disponibilidad; el Sulfato de Amonio (21-0-0) es la
fuente de nitrógeno que más acidifica al suelo por unidad de nitrógeno, por lo
que sería el más recomendable para suelos alcalinos. Por el contrario, los
fertilizantes químico-orgánicos, sobre todo el estiércol o guano, son de más
lenta disponibilidad. Si bien en esta época resulta ventajoso aplicar guanos se
debe considerar su incorporación inmediata al suelo, especialmente acompañada
por una aplicación baja de nitrógeno, con el propósito de acelerar la absorción
de este último. También puede ir acompañado de la siembra de un verdeo de
invierno como cebada o avena.
Los fertilizantes fosforados más comunes son el Superfosfato
Simple (grado 0–21–0) que también aportan calcio y azufre, el Superfosfato
Triple (0–46–0), que aporta calcio, el Fosfato Diamónico (18–46–0), que y Urea
Fosfato (17-44-0), que presenta la ventaja de ser soluble en agua además de
también contener nitrógeno. Lo aconsejable, dada la inmovilidad del fósforo y
su bajo requerimiento, es realizar la aplicación en el momento de la implantación
del monte como fertilización de base, y luego continuar con aportes de refuerzo
cada tres años.
Respecto del potasio, los fertilizantes más utilizados son
el Cloruro de Potasio (0-0-60), el Sulfato de Potasio (0-0-50) y el Nitrato de
Potasio (13-0-45). El Cloruro de Potasio es el fertilizante potásico más
utilizado pero su aplicación puede ser perjudicial en suelos salinos. El
15–15–15 es una formulación que adiciona al suelo los tres elementos mayores,
es decir, nitrógeno, fósforo, y potasio.
Una forma práctica para aplicar fertilizantes de fácil
disolución al suelo es utilizando la maquina pulverizadora, reduciendo la
ocupación a una sola persona. La operatoria consiste en disolver el
fertilizante en agua dentro del tanque de la pulverizadora, desconectar las
mangueras que abastecen a los arcos de picos, apuntarlas al suelo, ajustando la
bomba a una presión baja y desconectado la turbina. Se aplica sobre el suelo en
forma de chorro de agua con el fertilizante disuelto dirigido bajo la copa de
los árboles. Se recomienda realizar la aplicación sobre el suelo húmedo luego
de un riego, ni bien se pueda transitar con la maquinaria.
Con una bolsa de 50 Kg de Urea disuelta en un tanque de
2.000 lt con agua, con una marcha del tractor que logre 3 a 5 Km/hs a bajas
revoluciones del motor, se pueden cubrir de 10 a 12 filas o calles.
Otra alternativa es utilizar maquinaria específica para
incorporar fertilizantes perlados al suelo, la cual permite ajustar la dosis a
través de un sistema de regulaciones. Esta máquina presenta la ventaja de
incorporar los fertilizantes dentro del suelo en la zona de las raíces y así
permite una buena disponibilidad para la absorción del fósforo y el potasio,
así como también el nitrógeno.
Más información: JUAN KIESSLING – AER Centenario del INTA –
kiessling.juan@inta.gob.ar
Estación Experimental Agropecuaria Alto Valle.
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