Recuerdos de la guerra.
En 1982 Roberto Chirino tenía dieciocho años y estaba realizando el servicio militar en Río Gallegos. Cuando estalló el conflicto con Inglaterra por las Islas Malvinas fue trasladado a Puerto Argentino para defender la posición sobre el territorio. "Antes de la guerra estaba haciendo el servicio y me enteré una hora antes de salir para las Islas que estábamos en guerra con Inglaterra", recordó.
"Nosotros vivíamos metidos en los pozos afuera de la base militar por lo que no nos enteramos de nada hasta que llegó la orden que teníamos que prepararnos para ir a las islas", agregó. Chirino era soldado raso de artillería antiaérea.
Luego de emitida la orden regresaron a la base donde les entregaron los fusiles y pertrechos para subirse al avión que los depositaría en la Isla Soledad. "Nosotros fuimos a hacer un relevo de tropa y fuimos los que quedamos hasta lo último donde nos tomaron prisioneros", dijo.
El recibimiento no fue el mejor. Cerca de las 20 el avión divisó la isla en medio de los ataques de las tropas inglesas. "Parecía navidad -recordó- había explosiones por todoslados". "Se escuchaban balas, gritos, llantos y bueno, pensamos que a nosotros nos iba a tocar en cualquier momento". Al día siguiente fueron enviados a los pozos de zorro.
El ex combatiente aseguró que no tuvo miedo en ese momento. "Miedo sentí cuando íbamos en el avión porque volaba a 10 metros sobre el mar para que no lo capten los radares. Si nos agarraba un misil nos borraba. Además el Hércules iba cargado con explosivos; 45 bombas de cincuenta kilos, 4 de quinientos y granadas, balas además de tractores y vehículos", confesó.
A pesar del fuego intenso, una vez que tuvo los pies sobre tierra firme Chirino se sintió más seguro. "Ahí ya te podías mover para cualquier lado", explicó.
Puerto Argentino era blanco constante de los ataques de la Fuerza Aérea británica, dijo el ex combatiente, porque para arriba los ataques se hacían por tierra. "Como estábamos en artillería antiaérea nos mandaron ahí para manejar los cañones y el armamento pesado", recordó.
Los días en las islas los compartió con cuatro compañeros metidos dentro de un pozo de zorro donde se registraban temperaturas bajo cero. "Vivíamos acovachados adentro de los pozos que tenían agua en el piso. Teníamos unas tablas para no mojarnos pero el agua igual se filtraba. Además continuamente había escarcha, nieve y lluvia. Era raro un día de sol", indicó. Chirino recordó que tenían ropa abrigada pero con tanta humedad era difícil mantener el calor del cuerpo.
Los hombres debían estar siempre atentos al horizonte en busca de los Sea Harrier ingleses que llegaban desde el mar para escupir bombas. Fueron 14 días "muy duros", agregó. "Vos veías para el mar y te dabas cuenta cuando los Sea Harrier se levantaban porque largaban como un humo y ahí sabías que venía el ataque", explicó.
Una vez divisados era cuestión de segundos para tener a los aviones encima, resaltó el ex soldado.
"Fuimos los últimos prisioneros", lamentó y recordó el clima de incertidumbre que se generó al desconocer qué iba a pasar con ellos. "Al principio pensábamos que íbamos para Londres", agregó.
Finalizado el conflicto Chirino no tuvo la posibilidad de volver a las Malvinas. "Sé que muchos han ido pero no sé qué trámite hay que hacer. Me gustaría volver para recorrer los lugares por donde anduvimos. A Río Gallegos si volví pero encontré todo diferente (…) era otro lugar", finalizó.
“Las balas le entran a cualquiera”
"Veía soldados que estuvieron peor, a algunos los trataban como perros", recordó Chirino. "Una vez tuve una agarrada con un teniente que siempre mandaba a pedir cigarrillos. Vi que tenían estaqueado a un soldado en el barro y escarchillaba, entonces no le mandé cigarrillos. Fui y le pregunté por qué tenía así al hombre y si le gustaría a él estar así atado de pies y manos y que vinieran los enemigos y lo mataran ahí", relató.
El teniente, que pertenecía a otra guarnición, le respondió que era el castigo que merecía por andar deambulando. "A nadie le gustaría estar estaqueado -respondió Chirino- así que esta vez le doy cigarrillos pero no mande a pedir más si sigue así".
"Si es malo, en cualquier momento arreglamos las cuentas", desafió el teniente y el soldado retrucó: "No tengo problemas, las balas le entran a cualquiera".
http://periodicolacomuna.com.ar/content/recuerdos-de-la-guerra
La imagen pertenece a la nota del Periódico "La Comuna de Villa Regina".


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