martes, 17 de julio de 2012

Vinos rionegrinos, potencialidad e historia.

 

Juan Alejandro Gresia, Enología de la UNRN.

Vinos rionegrinos, potencialidad e historia.
El nuevo ciclo de la producción vitivinícola provincial desde la perspectiva del coordinador de la Tecnicatura en Enología de la Universidad Nacional de Río Negro. El rol de la carrera.
por Susana Yappert.
– ¿Cómo ve el panorama vitícola local?
– Un poco complicado. Si  lo ve de forma cerrada, como productor, ve el panorama complicado. Si lo ve desde afuera, estos últimos años mejoró. La zona tiene mucha potencialidad y tiene historia, cosa que Neuquén no tiene. Contar con 100 años de experiencia da una enorme ventaja. Por algo quienes hacen los vinos más caros, no los más grandes, están acá, en Valle Azul, en Mainqué, en Fernández Oro, en Roca. En general, la viticultura en la zona viene creciendo. Hubo un período en que se fue eliminando todo el viñedo que no servía. Y acá es clara una realidad, el productor que se dedica bien a la uva, hace diferencia. El productor que no le da mucha bolilla no hace esa diferencia, generalmente porque tienen variedades que las bodegas ya no están comprando, que la gente no quiere. Las variedades para hacer vinos comunes no son para la zona. De hecho, ese fue el principal error de esta provincia, querer competir con Mendoza en vinos comunes.
 
Errores del pasado y cambio de estrategia
 
– ¿Fue el error principal? ¿Quiere decir que eso ya está superado, que la provincia ya está orientada a la producción de vinos finos?
– A nosotros, por las condiciones que tenemos, nos resulta difícil competir con los vinos comunes, porque no podemos producir la cantidad de kilos que producen en Cuyo. En un vino común el negocio es vender muchos litros. La ganancia está en el volumen, pero cuando un parral rinde 40 mil kilos por hectárea en Mendoza, acá se le puede sacar 10 o 12 mil. Es imposible competir en esas condiciones. Ahora, cuando se compite con vinos de buena calidad, las condiciones se parecen más. Hay partes de nuestra zona que son mejores que las de Cuyo. Por ejemplo, el Alto Valle tiene condiciones que ellos tiene que buscar en altura. Porque la amplitud térmica que tenemos naturalmente es superior a la que ellos tienen en Luján de Cuyo, conocida como la primera zona. Entonces, para conseguir esa amplitud en Mendoza, se van a Tupungato, al Valle de Uco, una zona más alta. Y los viñedos que andan bien en estas características son los de variedades finas.
 
– ¿Además de tener las condiciones climáticas para vinos de calidad, qué más falta para la expansión del sector vitivinícola local?
– Acá todavía es una actividad secundaria. Tenemos clima, tenemos tecnología disponible, pero no es lo que fuimos en su momento, la tercera provincia productora.
 
– Fuimos terceros, pero haciendo lo que no debíamos, apostar a la cantidad, y compitiendo con provincias como Mendoza y San Juan que tenían consolidado el sector y tenían poder político para neutralizar el crecimiento de otro polo fuera de Cuyo.
– Si se lee la ley de vinos, cuando arman el Consejo Directivo del Instituto Nacional de Vitivinicultura, allí estaba Río Negro. Charlando con los bodegueros viejos de la zona, hay un resentimiento hacia el Instituto y hacia Mendoza, porque Río Negro perdió mucho en ese enfrentamiento.
 
– Pero esto es pasado y este relato elude hablar de la responsabilidad de las gestiones locales en lo que significó potenciar o no el sector.
– Sí, seguro. Ahora estamos en una nueva etapa. Y contamos con otros recursos que antes no teníamos, como haber potenciado la marca “Patagonia” para nuestros productos.
 
Marca Río Negro vs. Patagonia
 
– ¿Cómo valora la intención del nuevo director de Vitivinicultura de potenciar la marca “Río Negro”, cuando durante tanto tiempo se insistió en salir con “Patagonia”?
– La marca Patagonia tiene valor propio, tuvo conflictos también, porque una bodega local defendía el uso exclusivo de la marca. La idea de instalar, paralelamente, la marca “Río Negro”, tiene el objetivo de diferenciarnos de “Neuquén”.
 
– Neuquén sale con “Patagonia”.
–Sí, es cierto, creo que tenemos que apoyarnos mutuamente, las bodegas de Neuquén nos han dado un impulso también. Hace 10, 15 años, cuando la actividad estaba muerta acá, ayudó a reposicionarnos el impulso dado por el polo vitivinícola que se hizo en Neuquén.
 
Oportunidades nuevas
 
– Bueno, después de la crisis del 2001, se inicia un ciclo interesante también para la vitivinicultura de Río Negro.
– Seguro, algunas bodegas provecharon la salida de la convertibilidad para reconvertir, tecnificar, otras llegaron para encarar lo nuevo, como Noemía y Chacra. Canale siempre se mantuvo arriba, de hecho es la gran referencia para la viticultura regional de calidad y con historia. Pero también existen otros testimonios interesantes, como los Vecchi de Regina, hace 80 años que están; los Fabretto, como 70 años; los Podlesch, 50 años.
 
– ¿Y qué ve de nuevo en este ciclo de resurgimiento del sector?
– Aprovechamos la oportunidad de meternos en el mundo con vinos buenos no tan caros. La estrategia argentina, que aprendió un poco de Chile, fue vender bueno y barato. Argentina entró después de Chile en el mercado mundial, pero entró mejor posicionada. Acá se tiene una gama de vinos para exportar que van de los 3 dólares hasta los 70 u 80 dólares.
 
Rol de la Universidad y las instituciones
 
– ¿A la facultad qué rol le toca en este nuevo ciclo?
–  La Tecnicatura fue pensada para hacerla durante un tiempo, para no saturar el mercado. Creemos que nuestra facultad tiene que formar a su gente. Hasta ahora todos los entendidos venían de afuera, básicamente de Cuyo. Ahora estamos firmando un convenio marco para poder hacer aportes al sector, entre Universidad y la provincia, la Dirección de Vitivinicultura Provincial y la Asociación Ruta del Vino. La idea es que Enología aporte, pero también las carreras de Diseño, Marketing, fundamentalmente. Creemos que es la forma en la que tenemos que empezar a trabajar. Un gran problema que tuvo históricamente esta actividad es que cada uno estaba por su lado. Este nuevo ciclo es distinto. Yo fui uno de los que más insistió para que se empiecen a juntar. Generamos una buena relación entre la facultad y el INTA y formamos el Centro de Desarrollo Vitícola. Un avance. En el Centro está la Universidad de Río Negro, la Universidad del Comahue, INTA, INV, empresas privadas, productores.
 
– ¿Cuál es el objetivo del Centro?
– En el país hay varios centros de desarrollo en distintas áreas vitivinícolas. Se crean a partir de la COVIAR, que reparte fondos para estos centros. El Centro funciona con un Consejo asesor, integrado por todos los representantes, ese Consejo decide, por ejemplo, hacer el Diagnóstico del sector que se hizo. La idea es acompañar el desarrollo de la actividad, sobre todo a los productores chicos. Asesoramos mediante un técnico, Ricardo Tello.
 
Varietales y productores
 
–  En relación al diagnóstico y la necesidad de hacer un cambio varietal decididamente orientado a vinos de calidad ¿qué puede decir del tema plantas, qué pasó que no se pudo concretar el proyecto de vivero que encaró la provincia con la universidad?
– El proyecto que se hizo con la Facultad del Comahue, el INTA, y la provincia en Luis Beltrán fracasó porque el que tenía que regar las plantas, no las regó. Pero creo que el tema de las plantas es lo de menos. La vid es una planta que se reproduce fácilmente, no hay mayores dificultades en producirlas. El productor lo podría hacer sin dificultades. No creo que los viveros de la zona estén interesados en producirlas, aún cuando no hay ningún impedimento legal para hacerlo, no es como la pera y la manzana. Rosauer tiene los portainjertos, los hace por pedido. La Universidad no tiene vivero, no es algo rentable, no hay tanta demanda, cuando se hizo el polo en Neuquén, gente de La Inversora hizo su vivero para autoabastecerse de plantas. Más que plantas, el problema es que faltan productores.
 
Cordillera y mar
 
– ¿Cómo ve las experiencias de producir en la costa y en la cordillera? Hay un proyecto para hacer espumantes en Dina Huapi.
– Cuando se hace la bodega de El Hoyo, el enólogo nos contaba que tenían una sala pensada para barricas, pero para usar esas barricas se necesita un vino que tenga cuerpo, un vino que aguante ese paso por la madera. Descubrieron que los vinos de esa zona son vinos más ligeros. No daba para vinos de guarda. Weinert dijo entonces, que había que poner una champañera. Para poder hacer espumante se necesita uva que se cosecha un poquito verde para que tenga más acides y menos grados alcohólicos y que soporte una segunda fermentación dentro de la botella. Todo el mundo en Argentina que hace espumante, lo hace con uva fisiológicamente verde, la idea de Weinert es hacer el primer champagne en el país con uvas fisiológicamente maduras. La uva va a completar su ciclo en la planta, va a estar madura. La bodega de El Hoyo de Epuyén tiene Chardonnay, Gewürztraminer y Pinot Negro. De modo que es posible que se piense en algo similar en la zona de Bariloche. No sabía del proyecto de Dina Huapi, ahí hay dos productores de vinos, pero se abastecen de uva acá. Después hay un viñedito en El Bolsón, inscripto y todo. En El Hoyo y El Bolsón tienen igual clima, incluso tienen casi la misma altura que nosotros.
 
– ¿Y la zona atlántica?
La costa es linda zona para producir, este verano estuvimos con Mario Gallina (INTA) y Federico Witkowski  (UNCo), recorriendo la zona, buscando los primeros viñedos que se desarrollaron en Río Negro. En ese viaje vimos unos lindos viñedos y conocimos interesantes relatos de experiencias vitivinícolas hechas desde Choele Choel para Viedma- Patagones. Estuvimos en una estancia por Conesa, cuyos dueños se comprometieron en 1884 a plantar vides. En Valcheta, en Guardia Mitre. En Patagones y Viedma encontramos varias plantas y varias bodeguitas abandonadas, en algunas islas, con variedades que seguramente llegaron de España, como Magdalena, un clon de Pedro Giménez. Hacían vino cuando el río era navegable. Llegarían con el vino por el río hasta el Valle. Esas experiencias son valiosas y son parte de esta historia, un plus que tenemos en la provincia.
 
Juan Alejandro Gresia tiene 34 años. Estudió ingeniería agronómica en Cinco Saltos. Como estudiante ganó una beca de investigación en viticultura. También hizo un posgrado en viticultura y enología en Mendoza, del que debe la tesis. Es Coordinador de la Tecnicatura en Enología de la Universidad de Río Negro.
Su familia es de  productores italianos. Ligados a la chacra, hacían vino casero para consumo familiar. Cuando Gresia decidió estudiar agronomía empezó a hacer las bases de una bodega y paralelamente a trabajar como inspector del INV. Se inscribió como elaborador de vinos caseros. Fue becario y después surgió el proyecto de la Universidad de Río Negro. Su bodega quedó inconclusa.
 
LA TECNICATURA.
“La UNRN no tiene facultades sino escuelas. En la Escuela de Producción y Medio Ambiente tenemos tres Carreras, Tecnicatura en Enología, Ingeniería en Alimentos e Ingeniería en Biotecnología. Actualmente en la tecnicatura hay cerca de 40 alumnos entre los tres años. Este año se recibirán los primeros. Armamos un grupo de profesores para las materias básicas, las mismas que están en la carrera de Regina, y de las específicas nos repartimos. La parte de viticultura la doy yo; en la parte de enología está Marcelo Miras, enólogo de Bodega Del Fin del Mundo; Horacio Bibiloni, de Canale, en Análisis Sensorial y Mario Lascano, que está en la bodega de Vistalba (Infinitus). Armamos un equipo con los enólogos más conocidos de la zona. La carrera se dicta entre las 18 y las 22 horas, para que puedan cursar personas que trabajan. En primer y segundo año teníamos muchos alumnos que eran Ingenieros Agrónomos o de la Carrera de Alimentos, hacen la Tecnicatura como un complemento. En general los alumnos son de la zona”.
 
Publicado por: Fruticultura Sur,  12/07/2012. La imagen pertenece a la misma.
 
 
 

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