Audacia para detectar un nicho de mercado
y ofrecer un producto personalizado.
Gustavo Liss, productor rionegrino. |
Casi 20 años de haber invertido todos sus ahorros, Gustavo Liss ha logrado cumplir un sueño que comenzó en 1995 con las primeras plantaciones de vid. En su chacra, de casi 5 ha, el ingeniero agrónomo de 52 años produce, embala y comercializa directamente alrededor de 100.000 kilos de uva de mesa.
Si bien no escapa a las dificultades estructurales y coyunturales que le presentan la economía argentina y mundial, pudo desarrollar un negocio sustentable. En el 2001 se conjugaron algunos factores que lo llevaron a tomar la decisión de dedicarse tiempo completo a la producción, asumiendo los riesgos inherentes a una actividad de este tipo. Por un lado, las plantas entraron en un nivel de producción comercial y la crisis generó un golpe de suerte para quien tuviera fruta.
Liss explicaba que la opción por la uva surgió luego de un análisis en el cual buscó "algo dentro de los cultivos intensivos que en principio no hubiese mucha cantidad en la zona y donde cuatro hectáreas significaran una unidad económicamente rentable".
Debido a que su actividad profesional le exigía viajar mucho, diseñó el proyecto pensando en evitar un sobredimensionamiento de personal y que al mismo tiempo le permitiese asegurarse de que las cosas se hicieran lo más parecido a lo que él quería sin estar presente, motivo por el cual decidió entre otras cosas incorporar riego por goteo. "El crecimiento en forma paulatina de la producción me permitió hacer clientes que han sido muy fieles y con los que hemos forjado una muy buena relación de trabajo", señalaba el productor como una de las claves de haber subsistido tantos años. A su vez entiende que son su "activo más importante y que le brindan la posibilidad de ir siempre un poco más arriba".
Su dedicación y supervisión de cada etapa le permiten hacer "un manejo casi artesanal", lo que reditúa en fruta de alta calidad y un servicio personal a sus clientes diferencial. Otra de las claves fue el hecho de siempre tener en claro que debía integrar una cámara de frío para poder guardar el producto. A pesar de que este año perdió una parte muy grande de su producción por factores meteorológicos y el alza de costos que socaba la rentabilidad, continuará apostando a lo que también le ha dado mucha felicidad.
* Fuente de información e imagen: Suplemento "El Rural" del Diario "Río Negro" (edición Nro. 22975), página 2, sábado 28 de julio de 2012.
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