martes, 3 de marzo de 2015

El Popular Chaqueño Palavecino estará el próximo sábado en la Fiesta Provincial de la Vendimia en Villa Regina.

Nacido en el 1959 como Oscar Esperanza Palavecino, en el paraje Rancho El Ñato del departamento Rivadavia, chaco salteño -de ahí el apodo con el que se lo conoce-, a los nueve, con sus hermanos Pascual, Juan Pablo y Lucho Zeballos, por enfermedad de su mamá, se mudó a casa de unos tíos en Tartagal. Oscar iba a la escuela de mañana y juntaba cartón y botellas por las tardes. Tenía diecisiete cuando su madre falleció. Allí comenzó a vivir solo y trabajó cargando y descargando garrafas; luego del servicio militar, como chofer, mientras iba dando sus primeros pasos de cantor popular.
Un largo camino de tres décadas ya, que lo trae el sábado 7 a la 36 Fiesta Provincial de la Vendimia en Villa Regina, junto a su banda, presentando sus siempre requeridos temas y los de su último compacto, "Pa' mi gente", recién editado. El Chaqueño dialogó con" Río Negro", a poco de despertarse en Salta.
- Repasando solo febrero, hiciste quince recitales en nueve provincias que van de Santa Fe, Córdoba, Mendoza, Catamarca, Santiago del Estero, Formosa, Buenos Aires, La Rioja, a Tucumán. Uno cada dos días, miles de kilómetros en el medio, horas y horas de música, canto y encuentro con el público.
- Bastante… Los viajes por ahí son largos y tratamos de sincronizarlos bien para llegar. Esta vuelta no ha sido de muchos kilómetros, pero otras han de tener desde 700, 800 mínimo, hasta 1.400, entre actuación y actuación. Por ahí, agarramos un avión, cosa que no se da seguido. La última gira ha sido larga, de Tafí del Valle, Cafayate, a Comodoro Rivadavia. En Tucumán tomamos un vuelo privado a Comodoro, ida y vuelta. Dejamos el auto en algún lugar, vamos al aeropuerto, luego camioneta, ómnibus.
- ¿Seguís manejando en ruta?
- Siempre. Cuando voy con mi hermano (Lucho), manejo de noche o a veces lo ayudo de día.
- ¿Te da la cuerda, para hacerlo, subir al escenario, cantar dos horas o más, comer algo y volver al camino?
- Los viajes cansan mucho pero hay que hacerlos… Se duerme menos, me acuesto tarde, me levanto temprano. Me gusta matear, picoteamos algo, leo cuando me toca descansar, o paramos a almorzar, escuchamos música… Si no, es muy aburrido el viaje. De noche me gusta escuchar la radio.
- En pocas horas cambias de ciudad, hasta de clima y formas de vida. ¿Cómo te ambientás?
- Yo no tengo problema… En el aeropuerto, en la estación de servicio, en el pueblo, el hotel, ya me conocen. Tengo ese privilegio, esa suerte, que donde vamos está el seguidor... Mirá en Santiago nos tocó con lluvia, esperamos un rato y la gente mojada igual se quedó. Lo mismo pasó en los valles de Catamarca. Voy a Comodoro y has visto que siempre hay viento ahí, y no había ni un soplido, tampoco llovió; y al otro día de manga corta, comimos algo de mariscos, con sol, ensombrerado. Sea como sea, el recibimiento de la gente es fuerte. Hemos andado tantos caminos… En esos momentos cuando paramos o llegamos, me hacen sentir como que estoy en un mismo lugar, porque me reconocen, me ubican. Si me ven de atrás, me sacan por cómo hablo o por el sombrero. Les cuesta un poco si me lo saco.
- Esto del reconocimiento donde vayas es el resultado de treinta años de cantar y cantar con entrega y calidad vocal.
- Treinta y dos… Los tiempos van, los años avanzan. Veinte atrás no tenía patas de gallo, ahora las tengo. Pero hay que pelearla. Hasta han aparecido copias de uno, del estilo. Yo he abierto brecha, porque viniendo del Chaco Salteño fui el primero en hacer conocer afuera la música regional. Creo que soy el impulsor y se siguen sumando muchos, algunos con posibilidades, otros porque les gusta. Esto se hace por gusto, por ahí comienza la cuestión de ser profesionales. Profesionales en el sentido de que cortamos entradas, vemos los detalles, viajamos, cumplimos.
- Cuando el trabajo para en alguna parte del año, si es que ocurre, ¿dónde te refugiás?
- En diciembre paré para irme de vacaciones, de última no salí para terminar el disco. Yo tengo el estudio acá en la casa. En realidad siempre hay cosas para hacer. Cuando puedo, me gusta ir a la orilla del mar, pero esta vez no fui, por falta de tiempo sería… La grabación (del próximo disco, dedicado Atahualpa Yupanqui), la fundación Rancho Ñato que siempre hay que estar, el festival TriChaco (en julio) que ya lo estamos pensando…
Pero estos tres meses son intocables porque son para hacer actuaciones. Anoche, mirá, hemos jugao un partido de fútbol porque tenemos cancha acá (entre Cerrillos y Rosario de Lerma a 30 kilómetros de la capital salteña) y los más viejitos después empezamos a salir porque no dan las tabas. Vienen changos amigos del pueblo y ya se arma la guitarreada en la que hemos estado un rato. Ha llovido toda la noche, algo único porque es una zona de buen clima, me desperté de a ratos por la lluvia, se cortó la luz… Pero estoy bien, descansado. Pasa que cuando paro tres, cuatro días, ya cargo las pilas de vuelta.
Es cierto que los viajes agotan mucho, hay que estar predispuesto para llegar, ir a actuar, volver, atender a la gente siempre, solucionar problemas que se den en el camino.
Entrevista de Eduardo Rouillet publicada por el Diario "Río Negro", 3/3/2015.

Y la Yapa de "El Reginense - Soy Reginense" 
con "La Yapa" versión del Chaqueño Palavecino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario