La desembocadura, un ecosistema privilegiado
Pocos lugares del planeta con tanta generosa multiplicidad de especies, aseguran.
Viedma. La desembocadura del río Negro en el mar constituye un ecosistema privilegiado para la observación de cientos de especies de aves playeras, en un sorprendente espectáculo de colores y naturaleza viva, informó la agencia oficial Télam.
El sitio es lo que se denomina una ‘marisma’, por la confluencia de aguas dulces y salinas, en un marco de pequeños fiordos cubiertos por abundante vegetación a la que se puede acceder muy fácilmente por el camino pavimentado, hasta un punto panorámico donde los cazadores de imágenes quedan muy satisfechos.
“Mi profesión y mi inserción en uno de los organismos internacionales más importantes en la materia me obligan a viajar por todo el mundo y realmente en pocos lugares del planeta el visitante tiene tan cerca de los ojos, y de la lente de la cámara, tanta generosa multiplicidad de especies como aquí en El Cóndor”, afirmó Juan Masello, biólogo y ornitólogo del Instituto Max Planck de Alemania.
“Según los últimos relevamientos, durante los meses de verano hacen escala aquí unas 14 especies playeras migratorias, en bandadas de unos 3.000 ejemplares en cada caso, y a ello se suman otras 170 que tienen hábitat regular y sostenido”, explicó el científico.
Por el intenso colorido de su largo pico, atributo natural que le asegura la obtención de su alimento predilecto, el chorlito ostrero es una de las atracciones de estas playas de suave declive que invitan a largas caminatas.
Pero como si la explosión de colorido y belleza de las aves no fueran motivo suficiente para llamar la atención del visitante, también es posible -con largavistas en mano y una adecuada dosis de paciencia-detectar en las aguas la natación oscilante del delfín de la variedad franciscana.
Esta especie, también llamado ‘delfín del plata’, es un cetáceo de largo pico que puede vivir tanto en agua dulces como saladas.
“Un sitio excepcional”
“Todo el conjunto hace de esta marisma un sitio excepcional, y por eso estamos trabajando con la la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de Río Negro para impulsar una ley que declare como área natural protegida todo el entorno de la desembocadura del río Negro, el estuario y los acantilados que arrancan al pie del histórico faro más antiguo de la Patagonia”, añadió Masello.
Este científico hace más de 12 años que estudia a las aves playeras de la zona con el respaldo de la Wildlife Conservation Society, (WSC) y es un experto en el conocimiento de los loros barranqueros, que ocupan unos 37 mil nidos sobre el acantilado y en numerosas bandadas le dan a las playas del balneario un aspecto muy particular con su despliegue ruidoso y colorido.
“El loro barranquero es el emblema de El Cóndor y la presencia de unos 200 mil ejemplares en la temporada de reproducción y cría de los pichones, de diciembre a febrero, asegura un espectáculo inolvidable. Sobre todo en las primeras horas de la mañana y las últimas de la tarde”, comentó el experto.
El sitio es lo que se denomina una ‘marisma’, por la confluencia de aguas dulces y salinas, en un marco de pequeños fiordos cubiertos por abundante vegetación a la que se puede acceder muy fácilmente por el camino pavimentado, hasta un punto panorámico donde los cazadores de imágenes quedan muy satisfechos.
“Mi profesión y mi inserción en uno de los organismos internacionales más importantes en la materia me obligan a viajar por todo el mundo y realmente en pocos lugares del planeta el visitante tiene tan cerca de los ojos, y de la lente de la cámara, tanta generosa multiplicidad de especies como aquí en El Cóndor”, afirmó Juan Masello, biólogo y ornitólogo del Instituto Max Planck de Alemania.
“Según los últimos relevamientos, durante los meses de verano hacen escala aquí unas 14 especies playeras migratorias, en bandadas de unos 3.000 ejemplares en cada caso, y a ello se suman otras 170 que tienen hábitat regular y sostenido”, explicó el científico.
Por el intenso colorido de su largo pico, atributo natural que le asegura la obtención de su alimento predilecto, el chorlito ostrero es una de las atracciones de estas playas de suave declive que invitan a largas caminatas.
Pero como si la explosión de colorido y belleza de las aves no fueran motivo suficiente para llamar la atención del visitante, también es posible -con largavistas en mano y una adecuada dosis de paciencia-detectar en las aguas la natación oscilante del delfín de la variedad franciscana.
Esta especie, también llamado ‘delfín del plata’, es un cetáceo de largo pico que puede vivir tanto en agua dulces como saladas.
“Un sitio excepcional”
“Todo el conjunto hace de esta marisma un sitio excepcional, y por eso estamos trabajando con la la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de Río Negro para impulsar una ley que declare como área natural protegida todo el entorno de la desembocadura del río Negro, el estuario y los acantilados que arrancan al pie del histórico faro más antiguo de la Patagonia”, añadió Masello.
Este científico hace más de 12 años que estudia a las aves playeras de la zona con el respaldo de la Wildlife Conservation Society, (WSC) y es un experto en el conocimiento de los loros barranqueros, que ocupan unos 37 mil nidos sobre el acantilado y en numerosas bandadas le dan a las playas del balneario un aspecto muy particular con su despliegue ruidoso y colorido.
“El loro barranquero es el emblema de El Cóndor y la presencia de unos 200 mil ejemplares en la temporada de reproducción y cría de los pichones, de diciembre a febrero, asegura un espectáculo inolvidable. Sobre todo en las primeras horas de la mañana y las últimas de la tarde”, comentó el experto.
Un extenso inventario de aves playeras.
En el extenso inventario de las aves playeras figuran también los albatros de cejas negras, los petreles, el flamenco austral, el cauquén colorado, la gaviota cangrejera y el cardenal amarillo (especie en vías de extinción), las golondrinas negras, la lechuza de los campanarios, los gavilanes, aguiluchos, y la majestuosa águila mora.
Mauricio Faillá, biólogo asociado en las investigaciones de la prestigiosa WSC, agregó que “cada año es mayor la cantidad de visitantes que procedentes de todos los rincones del mundo llegan a este punto de la costa patagónica, cerca de Viedma, para extasiarse en la contemplación de estas aves”.
“Quizás todavía no nos damos cuenta de la importancia de este recurso como atractivo turístico ni comprendemos, nosotros los residentes, el privilegio de vivir acompañados por estos seres alados tan bellos” concluyó.
Mauricio Faillá, biólogo asociado en las investigaciones de la prestigiosa WSC, agregó que “cada año es mayor la cantidad de visitantes que procedentes de todos los rincones del mundo llegan a este punto de la costa patagónica, cerca de Viedma, para extasiarse en la contemplación de estas aves”.
“Quizás todavía no nos damos cuenta de la importancia de este recurso como atractivo turístico ni comprendemos, nosotros los residentes, el privilegio de vivir acompañados por estos seres alados tan bellos” concluyó.
Publicado en el Diario "De La Costa" de Viedma, 16-2-2013.
En el extenso inventario de las aves playeras figuran también los albatros de cejas negras, los petreles, el flamenco austral, el cauquén colorado, la gaviota cangrejera y el cardenal amarillo (especie en vías de extinción), las golondrinas negras, la lechuza de los campanarios, los gavilanes, aguiluchos, y la majestuosa águila mora.
Mauricio Faillá, biólogo asociado en las investigaciones de la prestigiosa WSC, agregó que “cada año es mayor la cantidad de visitantes que procedentes de todos los rincones del mundo llegan a este punto de la costa patagónica, cerca de Viedma, para extasiarse en la contemplación de estas aves”.
“Quizás todavía no nos damos cuenta de la importancia de este recurso como atractivo turístico ni comprendemos, nosotros los residentes, el privilegio de vivir acompañados por estos seres alados tan bellos” concluyó
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