Las corrientes inmigratorias que llegaron al Alto Valle del río Negro, también trajeron sus costumbres para elaborar destilados y fermentados de frutas que, en el caso de Regina, tuvo su máxima expresión con el nacimiento de bodegas que elaboraban vinos de mesa y de la Cooperativa La Reginense que además del destilado de distintas bebidas, logró reconocimiento por la calidad de la sidra que producía.
Precisamente para rescatar la bebida ancestral de los pueblos originarios, recuperar la elaboración artesanal de las sidras, en especial la asturiana, darle valor agregado a la producción de las manzanas y las peras, nació hace una década atrás el proyecto de la sidra Pülku, impulsado por el ingeniero agrónomo Ernesto Barrera y su esposa la ingeniera química María Inés Caparrós.
La propuesta no tuvo una generación espontánea, surgió a partir del trabajo que durante años desarrolló Barrera como técnico en el Inta. Esto lo llevó a conocer, en distintos países, la elaboración de sidras de manera artesanal.
Ideó el proyecto para promover el turismo rural y así dio el puntapié inicial adquiriendo una chacra sobre la costa del río Negro, en proximidades del establecimiento Inacayal. En 2012 inició la primera experiencia.
Si bien en 2018 Barrera falleció, María Inés continuó con el proyecto junto a una de sus hijas, Mariana Barrera, para darle un nuevo impulso a la elaboración de distintas variantes de sidras, incluyendo una elaborada con peras.
“Todo se hace mediante un proceso muy cuidado, aprovechando las variedades tradicionales de peras y manzanas que existen en el Alto Valle. Usamos frutas que son de producción orgánica, lo que permite darles un valor distintivo a las sidras. También usamos otros frutos que se producen en Río Negro, en la zona de El Bolsón para hacer algunas variedades, como cassis, sauco y frambuesas. Y estamos planificando elaborar una con ruibarbo”, comentó María Inés.
La buena calidad del producto que elaboran hizo que, además de comercializarse en la zona, sea una bebida muy apreciada en locales gastronómicos de primer nivel en Buenos Aires, donde incluso se preparan tragos con Pülku.
El establecimiento, que está abierto a visitas que se pueden coordinar a través de las redes sociales de la sidrera, está en constante proceso de innovación y reconversión. Por caso y luego de sufrir un incendio que afectó gran parte de producción de peras y manzanas, plantaron variedades tradicionales y algunas que fueron traídas desde Europa que son especialmente destinadas a la producción de sidras.
“No somos productores de peras y manzanas para llevarlas a un empaque, sino que lo que producimos es únicamente para elaborar nuestras sidras. Ahora, con la reconversión que hicimos, tenemos cuadros con Red Delicius y Granny Smith que son las tradicionales y de pera Williams, que le da un aroma particular y Packams. Después tenemos unas 300 plantas de variedades sidreras europeas. El Inta nos dio podos que llevamos a un vivero donde se hicieron los injertos. Son manzanas chicas, ácidas y amargas que le da la característica particular”, comentó María Inés.
Sostuvo finalmente que “aún nos queda mucho por recorrer, vemos con gran alegría que hay muchos productores jóvenes que están haciendo también sus propias experiencias y esto es muy bueno. Recibimos consultas y nosotros los guiamos. Contamos nuestra experiencia, porque lo importante es que surjan emprendimientos que revaloricen la producción local”.
PUBLICADO EN DIARIO RÍO NEGRO.
7 de noviembre del 2022.
Imágenes: Diario Río Negro.
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