sábado, 16 de mayo de 2020

Contra viento y marea: el trabajo incansable de una bodega de más de 70 años que sigue elaborando vinos de calidad para su "clientela fiel" del Valle.



Contra viento y marea: el trabajo incansable de una bodega de más de 70 años que sigue elaborando vinos de calidad para su "clientela fiel" del Valle.
La bodega es una de las dos que quedan en pie en Villa Regina. Eran más de 25 en décadas de esplendor.

En tiempos de crisis, cuando el agua parece llegar al cuello… es cuando se notan y valoran mucho más los esfuerzos. Principalmente de aquellos que, con empuje y “mucho pulmón” siguen apostando a su región, a su producción y a las familias que directa o indirectamente dependen de una perseverante economía regional.

La Bodega Favretto de Villa Regina es una empresa familiar con más de 70 años de experiencia en la elaboración de vinos. Es, hoy por hoy, una de las sobrevivientes en el mapa vitivinícola de la región.

Actualmente, pese a la situación económica y la baja general en el consumo per cápita, sigue produciendo una docena de variedades de vino. Seis de ellos son comercializados en damajuanas y el resto en botellas de 750 c.c. Superconocidos en la zona.

Y son de los que “saben” muy bien lo que hacen: “hace 72 años venimos vendiendo vinos”, pese a los altibajos en el país y en el mundo, cuentan sus hacedores.

En Río Negro no quedan en pie ni un cuarto de las bodegas que supieron existir décadas atrás y solo en Villa Regina, de 25 que conocieron el esplendor, solo dos mantienen sus puertas abiertas. Favretto es una de ellas.

“Hay mucha competencia”, dice Gustavo Favretto, uno de los referentes comerciales de la tradicional empresa, en una entrevista con LMN, pero “a lo largo de los años nos ha salvado la fiel clientela que valora nuestro intento constante de mantener la calidad”.

- Favretto es una bodega familiar, ¿Cómo se han ido "aggiornando" a las pautas y demandas del mercado actual?

- Si, la bodega la empezó mi abuelo, Ferruccio Favretto. Actualmente los dueños son mi papá Juan y mi tío Adelino. Ferruccio fue un gringo venido del Veneto en 1927 a Villa Regina y en 1944 empezó a plantar viñas y en 1948 a vender vino. Antes se vendía vino en bordelesas, después se incorporó la damajuana que la seguimos vendiendo, y en 2002 empezamos con los vinos varietales en botellas de 750 c.c. Ya con la idea de apuntar a vinos de alta calidad en ese segmento, pasos por barrica y meses en estiba.

- ¿Cuál es el presente de la bodega y cómo ven la actividad en la región?

- La actividad no está bien. Han cerrado, y están a punto de cerrar, varias bodegas. De más de 200 que había en Río Negro quedan menos de 50. De más de 25 que había en Regina, quedamos 2. Con la vitivinicultura en la década del 80 cerraron muchas bodegas por falta de rentabilidad, malos precios. Lo que pasó antes con la vitivinicultura está pasando ahora con la fruticultura. Las bodegas abandonadas que se veían antes… ahora está pasando lo mismo con los galpones de empaque.

Además, el consumo sigue bajando: de 80 litros que se consumía en la década del 70 (por persona y por año). Ahora estamos en 18-19 litros per cápita. Solamente se van a mantener las bodegas que sigan manteniendo la calidad del producto.

- ¿Cuáles son sus principales productos, cómo los comercializan y cuál es el nivel de producción anual?

- Actualmente tenemos en el mercado 12 vinos distintos. De ellos, 6 se comercializan en damajuanas y 6 en botellas de 750 c.c. Todo lo vendemos en el mercado interno. Son 72 años que llevamos vendiendo vino en la zona. Hay mucha competencia con vinos baratos mendocinos que llegan al Valle a precio de remate. Imposible competir con esos valores, pero a lo largo de los años nos ha salvado la fiel clientela, que valora nuestro intento constante de mantener la calidad. El consumidor de vino ha empezado a tomar menos vino pero de mayor calidad. Actualmente elaboramos unos 300 mil litros anuales.

- ¿Cuáles son sus expectativas en el actual escenario económico? ¿Proyectos?

- Nuestra expectativa es que la gente consuma más vinos rionegrinos. Que se vuelva a los valores de consumo de otras décadas pasadas, que se le dé importancia al consumo de vino. Los aportes importantes que tiene una copa de vino: es antioxidante, es bueno para la circulación sanguínea, Favaloro lo remarcaba hace años. Acá se hacen excelentes vinos. Muchos consumidores casi que ni nos conocen. Hay bodegas de más de 80-100 años en el Valle. Falta una promoción importante de los vinos rionegrinos. Saber dónde están las bodegas. Más cartelería promocionando las bodegas rionegrinas.

También estamos, desde hace unos años, con la idea de construir un museo y una sala especial para recibir turistas y hacer catas de vino. Ahora lamentablemente está muy complicada la situación, pero es una idea interesante.

Después también hay vinos nuevos y varietales nuevos con ideas de sacarlos en breve al mercado, como Chardonnay y Cabernet Franc.

Un negocio de familia con mucho corazón.

“Desde nuestros orígenes hemos tenido como fortaleza la unión por un mismo objetivo, generar productos de calidad para continuar con una genealogía que sigue una proeza y desarrolla una idea.

La vitivinicultura ha sido desde siempre un negocio de familia en nuestro país, que se centra en poner mucho corazón para llevarla adelante”, resumen desde Favretto.

La historia de la bodega, comenzó en la ciudad de Pagnano D´Asolo, Italia, el 2 de febrero de 1908. Cuando nace su fundador: Ferruccio Favretto. Pagnano pertenece a la comuna de Asolo y era una localidad que no llegaba a los 1000 habitantes, en la que vivían agricultores, albañiles, carpinteros, herreros -actualmente no supera los 10 mil habitantes.

Con 19 años, Ferruccio emprende el viaje a América. El 11 de mayo de 1927, zarpa desde el puerto de Génova, en el piróscafo -nombre dado a los primeros barcos a vapor- ¨Conte Verde¨. Y el 26 de mayo de 1927 amarra en el puerto de Buenos Aires. Luego se traslada al Alto Valle. Su primer trabajo fue el trazado de los canales primarios y secundarios que irrigarían toda la zona. El cavado era una tarea de hormiga, la labor era a pico y pala, y al no existir ningún tipo de forestación el fuerte viento, que perduraba a veces toda la noche, anulaba completamente lo que se había hecho el día anterior. Los inicios fueron muy difíciles. El escenario era la inmensidad desierta, tierra suelta, seca, volátil. No había árboles, sólo matorrales y lomas desparramadas. El sol castigaba fuerte y no había refugios.

Al poco tiempo, Ferruccio Favretto, comenzó a desarrollar su actividad. Lechero primero y vitivinicultor después. En la localidad de General Enrique Godoy, en la chacra 120 A, con 50 hectáreas, construye el primer corral. En 1935, el fundador de la bodega, se casa con María Disiot, también italiana, proveniente de la ciudad de Partole, provincia de Istria. En la misma propiedad nacen sus dos hijos. Juan y Adelino. Ellos fueron los artífices del crecimiento del apellido, y de la trascendencia de la bodega. En el ambiente valletano, fueron rápidamente bautizados como “la bodega de los hermanos Favretto”.

En 1944, desalquila este dominio y compra a dos kilómetros de ahí, ya en Villa Regina, donde actualmente se encuentra la bodega. En 1980, 36 años después, los hermanos Favretto, a modo de homenaje y nostalgia, logran comprar la propiedad de Godoy, donde aún se mantenía la casa de adobe donde habían nacido... Y la comienzan a plantar con viña...

En breve, Don Favretto se convirtió en el lechero del pueblo. Su plantel era uno de los más grandes de la zona, con 20 vacas. Todas las mañanas ordeñaba y repartía, con la chata a caballos, la leche a los vecinos. En archivos de la época se lee que la identificación de ganado bovino -conocida como marca para hacienda- fue la segunda de Villa Regina, inscripta en el año 1938.

En 1944, Ferruccio, plantó los primeros barbechos. Era muy común que todos los gringos hicieran su propio vino. Anécdotas de la época, cuentan que cada colono competía con el vecino para ver cuál era el mejor. Toda una rivalidad de superación. Para esmerarse y dedicarle más ahínco la próxima cosecha. Como ocurre en la actualidad, recurriendo a las nuevas tecnologías, buscando asesoramiento en personas que recorren el país y el mundo, trayendo las últimas novedades, sondeando constantemente al consumidor en un trato personalizado. En muchos chacareros la pasión del vino se circunscribía al consumo familiar. Pero Ferruccio Favretto, encontró la pasión en el vino.

Y comenzó a plantar más hectáreas. Ya el puñado de bordelesas quedaba chico... Entonces en 1947, construye tres piletas de ladrillo revestidas en cemento. Una de 5000 litros -abierta- para fermentación. Y dos piletas más para conservación. Una de 6200 y otra de 6700 litros. Que aún se mantienen, y cualquiera que visite la bodega puede verlas. Remozadas, siguen cumpliendo una excelente función. En 1948, el fundador de la bodega, comienza a darle al producto las condiciones adecuadas para su venta. Y de ahí, poco a poco, edifica el basamento de su clientela.

Juan y Adelino continuaron sesudamente el legado de su padre. (Fuente: Historia de la bodega Favretto).

Publicado en "La Mañana de Neuquén", 
15 de mayo del 2020.

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