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Después de una carrera en medios y política en Buenos Aires, regresó al Alto Valle para tomar las riendas de la bodega que fundó su abuelo en 1948. Hoy lidera una propuesta de vinos con identidad patagónica, equilibrio entre tradición e innovación, y una impronta muy personal.
Fue movilero en Radio Rivadavia, escribió en medios gráficos y trabajó como asesor de prensa en el Congreso Nacional. Pero un día, ese ritmo vertiginoso de la gran ciudad dio paso a otra pulsión: volver a sus raíces en Villa Regina, Río Negro. ¿El propósito? Asumir el legado de Ferruccio Favretto, su abuelo inmigrante que llegó desde el Véneto para fundar una bodega que este año cumple 77 vendimias.
Desde entonces, Gustavo Favretto convirtió ese patrimonio en un proyecto de vinos Premium con fuerte identidad patagónica, donde cada etiqueta cuenta una historia y cada botella refleja un compromiso con la tierra, la memoria y el hacer bien las cosas. Esta es la historia de quien pasó de comunicar a protagonizar su propia noticia, con el vino como narrador. De esto charló con Juan Delicias Magazine.
-¿Quién fue Ferruccio Favretto y qué legado dejó en Villa Regina y en la vitivinicultura del Alto Valle?
-Ferruccio fue un inmigrante Italiano que llegó de Italia, de la zona del Véneto, en el buque Conte Verde en 1927. Tenía 19 años. Plantó las primeras vides en 1944. Y en 1948, comenzó a vender vino, acá, en Villa Regina. Él tiró la semilla y sus hijos Juan y Adelino siguieron con la actividad. Yo soy la tercera generación a cargo de la bodega.
Difícil comparar la vitivinicultura de hace 80 años a ésta que vivimos actualmente. Antes era todo muy precario ya que ni corriente eléctrica había. Regina llegó a tener más de 30 bodegas. Hoy quedamos nosotros solamente. En el Valle había mucha uva; ahora es alfalfa, maíz y un poco de pera y manzana. Ya no es el Valle que soñaron los gringos.
-¿Qué recuerdos tenés de tu infancia en la bodega y en relación al trabajo de tu abuelo y tu padre?
-Me crié en la bodega. Trabajábamos de chicos. Siempre fue el negocio familiar. A mi abuelo Ferruccio no lo conocí. Mi papá fue para mí siempre el que manejó la bodega. Él, sin estudios, elaboraba los vinos y hacia los cortes.
-¿Qué sentís que heredaste de ellos?
-Creo que la perseverancia. Dedicarse a esta actividad no es sencillo. Acá no es moler la uva y listo. Hay mucho trabajo atrás. Mi lema fue siempre: hay que seguir... Hubo muchos años malos, pero siempre se siguió intentando de mejorar. Lo que hicieron los que me precedieron ya está. Ahora la idea es mantener e innovar. Ser leal a la propia conciencia.
Del periodismo al viñedo. De codearse con Antonio Carrizo, Llamas de Madariaga, Ernesto Cherquis Bialo, o usar traje y corbata para trabajar en el Congreso Nacional, un día dejó la gran ciudad para hacerse cargo de la empresa familiar que este año cumple 77 años haciendo vino en Villa Regina, Río Negro.
-Estudiaste y trabajaste en Buenos Aires, en medios periodísticos de renombre, ¿qué te llevó a volver a tus raíces?
-Sí, un día largué todo y me fui a estudiar a Buenos Aires. Nada que ver con esto. Estudié periodismo, me recibí y me quedé a trabajar allá. Trabajé en varios medios gráficos; después fui movilero de Radio Rivadavia, en un histórico programa Sexta Edición, creado por Cacho Fontana. Después me quedé sin trabajo. Más tarde, entré al Congreso de la Nación, fui varios años asesor de prensa del político Miguel Pichetto en el Senado Nacional. Y en 2011 volví a la Patagonia, y me hice cargo de la bodega.
-¿Qué aprendizajes del mundo del periodismo aplicás hoy en la bodega?
-Escribo las contraetiquetas de los vinos (se ríe). ¡Ahí despuntó el vicio!
-Son una bodega muy conocida en el Alto Valle y sus vinos muy consumidos. ¿En qué momento decidiste dar un nuevo impulso a la bodega familiar?
-Desde que volví de Buenos Aires. Acá siempre elaboramos vino en damajuana. La idea fue hacer vinos en damajuana de nivel superior. Siempre se hizo vino en botella de 950cc. Empezamos a elaborar vinos en botellas de 750cc de media a alta gama, incorporamos las barricas, se compró mucha maquinaria nueva, se le puso más tecnología. Y se comenzó a elaborar vinos con distintas técnicas enológicas.
-¿Qué características tienen tus vinos actuales y qué cepas trabajás y por qué?
-Fue cambiando con los años, en sintonía con cómo cambian los gustos. Antes, eran vinos genéricos; ahora, varietales. Antes, más alcohólicos y concentrados; ahora, más suaves y más bebibles. Elaboramos Sauvignon Blanc en blancos, y Merlot, Malbec, Pinot Noir, Syrah y Cabernet Franc, en tintos.
"Estamos en Patagonia: aire puro, fresco, sano. Y todo esto da como resultado una gran calidad enológica." Gustavo Favretto Winemaker.
-¿Qué significa para vos hacer vino en Río Negro, lejos del eje de Mendoza-San Juan?
-Río Negro es una provincia más tímida que Mendoza pero con grandes virtudes. Nuestro clima mucho es mucho mejor al de otras regiones; acá, sobra el agua para regar; acá no hay enfermedades en las plantas, no hay plagas. No se pulveriza. Estamos en Patagonia: aire puro, fresco, sano. Y todo esto da como resultado una gran calidad enológica.
-¿Sentís que hay una identidad enológica propia del Alto Valle? ¿Qué la distingue?
-Sí, obviamente. Hace un par de años un vino rionegrino fue elegido como el mejor vino del mundo por el crítico James Suckling. (NdR: se refiere al Pinot Noir de Bodega Chacra, de Mainqué) ¿Sabés lo que fue que un vino de un pueblo rionegrino se instalara en los titulares de los grandes medios? ¡Fue fantástico! Instaló la zona, nos levantó a todos. Nos hizo visibles.
-¿Cómo ves la evolución del vino del Valle en los últimos años?
-Desde que se supo que la cepa de ese vino ganador era Pinot Noir, desde entonces, nos levantó la venta de esa variedad. La gente pedía Pinot de Patagonia. Creo que es la variedad insignia. Obviamente que el Merlot también le pelea, pero unos cuerpos más atrás. Igualmente, aquel enófilo curioso resalta el Cabernet Franc y el Semillón del Alto Valle.
-Además de todo esto, creaste un museo en el predio de la bodega. ¿Qué se puede encontrar allí?
-Siempre tuvimos venta de vino en la bodega, pero muchos clientes querían sacar fotos y conocer más de la historia. Entonces, en 2022, inauguramos una sala de degustación y recepción del turista. Se recorre la bodega desde la parte más antigua hasta lo más nuevo y terminamos en la sala y degustamos 3 vinos con una picada.
-¿Por qué tuviste esa necesidad de preservar y contar la historia vitivinícola local?
-La idea fue tratar de que no se olvide la historia de los que estuvieron antes que nosotros. Lo que sufrieron. Las cosas que vivieron. Ahora el Valle se ve plantado y florido. Pero, cuando ellos llegaron, esta zona era puro alpatacos y jarillas, médanos, tierra virgen y dura. Y no había una Caterpillar: se hizo todo a caballo, pico y pala.
-¿Cómo te imaginás la bodega en los próximos años?
-Imagino seguramente que estaremos creando vinos nuevos, cortes nuevos. ¡Y celebrando en 2048 cuando la bodega cumpla 100 años!
Publicado en Juan Delicias Magazines.
Imágenes de Juan Delicias Magazines.